mercredi 30 décembre 2015

Cuando Javier Cercas habla de sus novelas

“Todas mis novelas funcionan así. Soldados de Salamina: ¿por qué el soldado salvó la vida de Sánchez Mazas? La novela es esa búsqueda y al final no hay una respuesta clara. Anatomía de un instante opera evidentemente así. O Las leyes de la frontera: ¿quién delató a la banda de Zarco? Esa es la pregunta de la novela. A partir de determinado momento, la novela es una indagación sobre esa pregunta, y al final no hay respuesta.”
La ambigüedad es fundamental porque los libros no existen sin lectores. Un libro sin lector es un montón de letras impresas. El libro no cobra vida hasta que aparece el lector, y la ambigüedad es el espacio que da el autor al lector para que haga suyo el libro. Sin ella no hay literatura. Lectores empecinados, desvelados, fanáticos, capaces de encontrar en el libro cosas que ni siquiera el autor era del todo consciente de haber metido en él.
Lo que distingue a la novela es que, de entrada, no era un género noble. Yo, sin ir más lejos, leo Anatomía de un instante como si fuera una novela –en realidad, creo que así es como mejor puede leerse-  y El impostor, es todo eso, llevado al extremo.
                                                                                            Miguelita Kauffmann-Bohn



Estuve contenta de conocer a Javier Cercas porque es muy simpático y habla con claridad.
Me interesó mucho la historia. Sin lugar a dudas los  tiempos de guerra son confusos (Soldados de Salamina) y es una buena idea demostrar la verdad (El impostor). 
Es también interesante echar un vistazo a la sociedad y de la decisiones de la vida que cada uno toma (Las fronteras de las leyes).

Está muy bien leer pero ir al encuentro de un escritor es mejor porque  nos permite conocerlo  desde otro punto de vista,  aclarar si tenemos dudas y hacer preguntas. Es muy enriquecedor.
                                                                                         Christine De Montgros

mardi 29 décembre 2015

Día de las tejas y Cercas

TEJAS Y CERCAS

Me llamo Pablo Antonio Muñoz Cercas, soy oriundo de Salamanca, en España. Fue en el verano del año 1788, hace ahora más de tres decenios, cuando fue testigo, y hasta actor, de un impresionante alzamiento popular, en Grenoble, ciudad de los Alpes franceses.
Había llegado la antevíspera a casa de mi querido amigo Ferdinand Claudet, en la calle de Los Viejos Jesuitas, tras un viaje largo y cansado. Solíamos cartearnos a menudo, pero hacía tiempo que no lo veía. Ambos somos juristas y, en un viaje precedente, el señor Barnave que ya había encontrado, me había presentado a Ferdinand, lo que había desembocado en un intercambio de ideas fructuosas y placenteras, y pronto en una amistad profunda.

En este sábado 7 de junio, habíamos salido temprano a pasear por el mercado de la Place Grenette  donde seguían llegando campesinos de las afueras. Apenas acababan de repicar las diez  las  campanas de San Luis, cuando un movimiento raro cundió en la plaza, los vendedores cerraron sus tiendas y tenderetes y se reunieron con grupos ya formados de centenares de hombres y mujeres  armados de toda forma de herramientas . Ferdinand, mudo, me tomó del brazo y me empujó detrás de la gente rumbo a las puertas de la ciudad para cerrarlas. Yo seguía sin entender nada. Habíamos conversado el día anterior y parte de la noche, sabía que desde hacía mucho tiempo, en Francia como en España, el pueblo de las ciudades, informado por los magistrados, ya no toleraba el despotismo real, pero no hubiera podido imaginar tal explosión. En las caras de la gente se leía una rara mezcla de ira, de determinación y de entusiasmo. En un momento de calma relativa, nos paramos en un portal y Ferdinand quiso aclararme los eventos: "Yo estaba al tanto de la movilización de los medios ilustrados, pero lo que no te dije ayer, es que al regresar de sus vacaciones de Pentecostés, los miembros del Parlamento del Dauphiné habían encontrado cerradas las puertas de su Palacio por orden del Lugarteniente. Figúrate,¡Qué humillación! ¡Qué provocación! Ahora, entiendes lo...." 

No pudo acabar su frase, un puñado de mujeres tocaban a rebato en la catedral. En seguida, repicaron las campanas de todas las iglesias mientras oíamos disparos desde la calle vecina, invadida por los soldados de blanco del regimiento Royal Marine armados de escopetas y de bayonetas. Hubo gritos: un hombre viejo  yacía sangrando en el suelo. Hombres furiosos se pusieron a arrancar los adoquines para lanzarlos a los soldados a tiempo que desde los techos , mujeres los bombardeaban con tejas.

La batalla duró horas, había perdido a Ferdinand, pero no quería apartarme de la gente, me sentía uno de ellos, estas calles eran mías, y, cuando se retiraron los militares, grité con todos:" Vive le Parlement!" Luego, empujamos a los magistrados en sus togas rojas, hasta el Palacio.

Ya en la plaza, ardía un fuego de alegría mientras cada vez más la  gente llegaba.
Era noche cerrada y, desde horas, extenuado, seguía bailando, cantando, gritando, cuando oí que me llamaban, era Ferdinand que, nadando entre la muchedumbre, se avecinaba. Nos abrazamos, felices como si todo lo queríamos que adviniera había sucedido.

Ahora que repaso los acontecimientos treinta años después, sé que este "Día de las tejas" era sólo el principio de un proceso caótico, doloroso, prodigioso, y de nunca acabar hacia estas luces que tantos añorábamos, Ferdinand, fallecido en los primeros años del siglo IXX,  y yo, que tampoco las vería. Pero me quedan vivos los recuerdos de esos momentos felices y exaltantes que vivimos en ese día de junio del año 1788, en la ciudad de Grenoble.
                                                                                     Mónica Maraninchi

lundi 28 décembre 2015

Día de las tejas y Cercas

UN RECUERDO DE STENDHAL


¡Señor Henri! ¡Señor Henri! ¡Vuelva! ¡Esto puede ser peligroso!

La voz estridente del abad Raillane que normalmente perfora las paredes apenas llega  abrirse camino hasta el señorito. Hay que decir que por una vez, Henri se divierte mucho. En el balcón del apartamento de su abuelo, el buen doctor Gagnon, este sábado 7 de junio de 1788, ve desfilar a una muchedumbre aulladora que se asoció con los magistrados de la ciudad.

Alertados por las campanas que suenan desde horas, los campesinos acuden de todas partes y se introducen por todos los medios en la ciudad. En caso de necesidad, no vacilan a escalar las cercas.

Medio divertido, medio asustado ve al gentío que comenzó a quitar los adoquines, subir a los tejados y empezar a echar una verdadera lluvia de tejas y de piedras hacia abajo.

Tiene cinco y medio anos y está asistiendo a la « Journée des Tuiles » que anuncia los días revolucionarios de 1789.

El hombre reabre los ojos y mira al joven, periodista en el « Journal de Paris ».

·Usted me pregunta por qué mi obra esta inacabada. Mire, creo que la Historia se va como la de los hombres :
·El pasado explica el presente y la rueda continua girando, nunca se acaba.

Todo lo que me ha echo, lo debo a lo que viví de niño:

·El odio de la monarquía, de la hipocresía, de la religión, yo que fui educado a la muerte de mi madre por un padre abogado en el Parlamento, taciturno, piadoso e hipócrita.
·La pasión de los raciocinios exactos a causa del abad Raillane, enemigo jurado de la lógica y del raciocinio.
·El amor de Italia, país de la familia de mi madre tan adorada.
·Me gusta la energía, la pasión, la juventud, yo que crecí entre  adultos enemigos de cualquier alegría y diversión, lejos de cualquier amistad infantil.

Según « La vie de Henry Brulard »
Stendhal, 1783-1842
                                                                                     Florence Lassere

dimanche 27 décembre 2015

Día de las tejas y Cercas

El Día de las tejas: En espera de reincidencia


A Javier Cercas,

La  Revolución francesa nació bien en Grenoble el 7 de Junio de 1788.
Ese día, aplastados por los impuestos, cansados de las tergiversaciones  del poder real, excitados por la decisión del gobernador del Rey de exiliar los miembros del Parlamento del Dauphiné, se sublevó el pueblo de Grenoble.
En la confrontación con las tropas de la monarquía, ha marcado la historia un hecho particular: se trata de la avalancha de tejas y otros materiales que lanzaron los amotinados a los soldados desde los techos de la ciudad.

¿Pero Javier Cercas, sabían que fue testigo de toda la escena un de vuestros  ilustres colegas en literatura? Tenía cinco años y medio y se encontraba en el balcón del doctor Gagnon su abuelo.
Se llamaba Henri Beyle, más conocido bajo el nombre de Stendhal y contó este acontecimiento histórico en 1835-1836 en su novela “La vie de Henry Brulard”.

¿También sabían que fue restablecida la normalidad el 14 de Julio de 1788?
Se puede ver una ironía premonitoria del destino porque más tarde durante la Revolución, este mismo día fue elegido como fecha oficial de la Fiesta nacional.


“El pasado nunca pasa” han escrito. Es vuestra convicción tan profunda y yo la comparto plenamente. En efecto hoy no faltan los motivos de iniciar otros “días de las tejas” en nuestro mundo caótico. ¡No tengamos la memoria corta! Imaginemos “Días de las tejas” contra las finanzas locas, contra todos los fanatismos religiosos o no, contra la violencia social, contra la corrupción que afecta gravemente a la sociedad.

Entonces sí, tienen razón, el pasado tiene que ayudarnos a gobernar el presente y a enriquecer el porvenir.
                                                                           Jean-Jacques Pellegrin

samedi 26 décembre 2015

Día de las tejas y Cercas

¿Desaparición u otra vida?

Tuvieron un problema muy importante  los representantes de la ciudad de Grenoble después de la jornada de las tejas el día del  7 junio de 1788. Pasada la cólera de los ciudadanos  contra el nuevo decreto real y el entusiasmo que se comunicó a todos los participantes por haber logrado oponerse al rey, a sus ministros, a sus mandatarios, enfrentarse al ejército, y ganarse el apoyo de los magistrados, tuvieron que encarar la realidad cruda, inmediata, y despiadada :
¿Qué hacer con las tejas quebradas?
Frente al montón de pedazos en todas las calles de Grenoble, era imposible  circular con los carruajes y aun con las sillas a portador. El primer cónsul de la ciudad ordenó  cerrar algunas calles y de decretar muchas otras a dirección única. De una parte faltaban las cercas y las señales de tráfico,  y de otra parte el pueblo manifestó su irritación por esas medidas que le crearían muchas limitaciones. No podían estacionar en frente de las tiendas, no podían acceder cómodamente hasta el centro de la ciudad. Los comerciantes, los clientes, nobles o gente pobre, las guardias civiles, los hombres de iglesia no podían vivir como antes.
Una delegación se presentó en el palacio del primer cónsul que llamó a uno de sus amigos, Claude Perier el  banquero  y empresario de mobiliario urbano que aceptó poner a disposición  su castillo de Vizille. Claude Perier conocía muy bien las tejas y las cercas y comprendió nmediatamente la importancia del problema.
El 21 de julio 1788 en la sala de juego de palma del castillo de Vizille todos los representantes de la población de la ciudad se enfrentaron al problema  ¿qué hacer con las tejas quebras?
Los debates fueron muy animados, las proposiciones numerosas pero algunas muy raras. ¿Necesitaba reducir todavía los pedazos a la misma medida, sortear por categoría? ¿Necesitaba edificar nuevos almacenes a pesar de la crisis inmobiliaria,  adquirir nuevos terrenos, alquilar carros privados para el transporte, o utilizar carros compartidos? No sin olvidar las cercas que son imprescindibles de cada medida.
No lograron  adoptar una solución común, pero estuvieron  muy contentos cuando algunos días después el rey de Francia renunció a su decreto y llamó a los representantes del parlamento de Dauphiné.
Los montones de pedazos de tejas sin embargo permanecieron  en Grenoble detrás de las cercas en los parques públicos y los terrenos baldíos.
Cien años  después en 1888 el presidente Sadi Carnot inauguró una fiesta de conmemoración de  la revuelta de las tejas, pero aunque no hubiera más pedazos de tejas en las calles, el problema no se encontraba solucionado claramente. ¿Donde  estuvieron escondidos los fragmentos, en las casas, en los pasillos, en los hornos a pan, en los muros de casa? ¿quién sabe?
Solo están las cercas, que podemos ver en todas partes.
Este año 2015, el alcalde de Grenoble Eric Piolle tuvo la idea de festejar el día de las tejas y recordar a todos los ciudadanos que desde hace más de dos cientos años nos enfrentamos al problema de las tejas. ¿Qué hacer con ellas? ¿Ponerlas en los techos o utilizarlas como una herramienta de poder…?
Consejo sabio, nunca pasa el pasado…
                                                                                                             Juan Bernard

mardi 15 décembre 2015

Día de las tejas y Cercas

No,  él no quería matar a nadie, hoy.

En esta madrugada del 7 de Junio de 1788 el aire era transparente, el rocío de la noche se evaporaba lentamente al sol que salía  de detrás las montañas.
El día se anunciaba caluroso.


El regimiento de infantería Royal-La Marine marchaba de paso acompasado en dirección al centro de Grenoble, antigua capital de la provincia del Delfinado.

Marchaba con los otros soldados, sus compañeros desde hace muchos años.
¿Cuántos años? se preguntó.
Casi 30 años de vida militar. 
Pensó en su juventud pasada al servicio del Rey, en las guerras en las que había participado, sobre todo en el extranjero.

Pédazos de imágenes olvidadas resurgían en su cabeza: cercas de ciudades, cargas cerradas,  incendios, heridos, muertos,  hambre,  miedo.

No, hoy no tenía ganas de matar a nadie. Estaba harto de la sangre.

El trabajo de hoy era fácil, sin peligro.

Las órdenes habían sido claras: vigilar que todos los Parlamentarios dejaran la ciudad ese mismo día. Interdicción de utilizar las armas.

No sabía exactamente porque debían irse, ni le importaba saberlo.
Sabía vagamente que el Rey había decidido cerrar los Parlamentos provinciales y que los Parlamentarios no obedecían.

¿Por qué no obedecer? se preguntó. El Rey manda, el Rey debe mandar.

Él,  siempre había obedecido.
Era un soldado y tenía tres reglas: obedecer a las órdenes, matar y no ser matado.

Las tropas ingresaron en el centro.
Era sábado, día de mercado: en la plaza Grenette los comercios de granos y todas las tiendas habían cerrado sus puertas.

En las calles, grupos de 300-400 personas: hombres, mujeres, jóvenes, todos armados de piedras, palos, hachas, barras, estaban precipitándose a las puertas de la Ciudad para cerrarlas e impedir que los Parlamentarios salieran.
Entre la Puerta de Francia y la Puerta San Lorenzo un destacamento de 50 soldados los bloqueó.

A mediodía las campanas de la Catedral y de la Colegiata tocaron a rebato: los campesinos de los pueblos vecinos llegarons masivemente y entraron en la Ciudad trepando por las murallas.

Cuando los soldados  llegaron a la altura del Colegio de los Jesuitas, los sublevados comenzaron a lanzarles piedras; muchos subieron a los techos de los edificios y gritando lanzaron las tejas que arrancaban desde las mismas azoteas.
Una lluvia roja, naranja y polvo caía sobre las tropas que avanzaban difícilmente hasta el final de la calle donde otros grupos de amotinados bloqueaban la salida.

« ¡Es una trampa! Nos cercan por todas partes! » gritó el sargento mayor y ordenó abrir fuego. Algunos soldados se refugiaron en un edificio y empezaron a disparar  por las ventanas.

Él no quería matar, hoy.

Bajo la lluvia de tejas, con otros compañeros  dio rápido media vuelta para salir por otro lado.
Una teja le golpeó la cara.
Teniendo su fusil sobre la cabeza, desenvainó la espada y dando golpes a la derecha y a la izquierda, intentó abrirse paso en la muchedumbre  desencadenada.

Solo algunos metros más para ponerse a salvo.

De repente un grupo de jóvenes surgió en la esquina, escopetas en la mano.
Lo miraron.
« Dejadme el paso! » grito.
Una mezcla de sangre y sudor le chorreaba en los labios.
« ¡Abridme el paso! ¡Coño! ¡Abridme el paso! Hoy no quiero matar! ».

Ni ser matado.

Algunos disparos estallaron con gran estrépito.

Se escapo corriendo.
¿Había matado a alguien?
Nunca lo supo. Nunca quiso saberlo.
                                                                                             Uriana Vecchi


samedi 12 décembre 2015

Día de las tejas y Cercas


La controversia del café Gijón

 Javier Cercas está sentado en el café Gijón saboreando un café solo en esta mañana de fiesta nacional del 12 de octubre de 2015. Está esperando a su amigo francés Claude Levissatros que llegó anoche a Madrid para una Conferencia Internacional de Etnología. Se conocieron en la universidad de Grenoble hace 30 años en el marco de una beca Erasmus. Ahora Javier es un columnista muy conocido y Claude un especialista antropólogo de  América del Sur. A los dos les gusta mucho este café literario donde se siente la memoria de muchos famosos artistas como García Lorca, Dali, Buñuel, etc...
Después de un rato aparece Claude en la entrada y se dirige con diligencia hacia la mesa de su amigo.
"Hola amigo, ¿qué tal?" le dijo abrazándole. Era siempre un placer para ellos encontrarse para hablar de los recuerdos de su juventud y de los acontecimientos actúales de sus países.
Hoy, empiezan a hablar de la fiesta nacional. Claude se dirige de repente a Javier:
-   « Es curioso que España haya elegido la fecha del descubrimiento de América como día de fiesta nacional.
-   ¿Y por qué?
-   Porque mucha gente piensa que la llegada de los españoles a América fue una desgracia para los pueblos nativos: la avidez y la codicia de los conquistadores acarreó el genocidio de los indios, el saqueo de sus riquezas y la destrucción de su civilización. ¿No te parecería mejor una fecha como la del 3 de mayo que ilustra la rebelión del pueblo español contra el invasor francés?
-   ¿Pero te das cuenta de que el descubrimiento de América fue el paso de la visión vieja de un mundo truncado hacia el mundo moderno? Y tú, ¿qué piensas de la fecha del 14 de julio? Fue el inicio de una guerra civil ensangrentada donde hubo miles de muertos, que mató a gente de letras, artistas y progresistas. ¡Recuerda la ejecución de  Camille y Lucile Desmoulins, Olympe de Gouges, Antoine Barnave…!
-   Sí, pero la declaración de los derechos del hombre y la idea de la democracia moderna son los hijos de la revolución francesa de 1789.
-   Vale Claude, ¡no olvides que soy un periodista investigador y que yo sé que el inició de la revolución francesa no es el 14 de julio 1789 sino el 7 de junio 1788, el « día de las tejas » que ocurrió en Grenoble!
-   ¡Conoces bien la historia de Francia! De hecho, el « Día de las tejas » fue provocado por el proyecto de una nueva ley que quería suprimir las prerrogativas de los parlamentos regionales y por eso los privilegios de un montón de oficios: abogados, fiscales, ujieres, escribientes, escritores públicos, porteadores de sillas, etc... A estos se sumó la gente común que estaba siempre lista a oponerse al Rey porque estaba muerta de hambre. Al principio esta rebelión fue bastante conservadora porque defendió la legitimidad de las justicias feudales y señoriles.
-   Entonces  ¿Es una impostura decir que el « Día de las tejas » es el inicio de la revolución francesa?

-  ¡ No!!! Después de este día los representantes del Dauphiné se reunieron cerca de Grenoble en el castillo de Vizille, en los "Etats Généraux du Dauphiné" durante  los cuales pidieron al Rey la reunión de los muy conocidos "Etats Généraux de France"de 1789. »

Así, bebiendo muchos cafés, siguieron hablando de la historia pasada, rehicieron el mundo cambiando las fechas de las fiestas nacionales de sus países respectivos. Al final,  se separaron contentos de haber pasado un buen momento juntos y decidieron llamar esta entrevista "El controversia del café Gijón ».

                                                                                                       José Beille y Paquita


jeudi 10 décembre 2015

Javier Cercas



 Javier Cercas vino el 4 de diciembre a Grenoble, fue al UIAD (Université Inter-Âges du Dauphiné) es una asociación de enseñanza. Esta institución organizó un concurso literario, un jurado decidió entre seis escritores el mejor libro. Las leyes de la frontera fue el ganador el escritor recibió su Premio del UIAD. Para homenajearlo  José Beille creó esta linda acuarela para regalársela  y algunas personas realizaron unos cuentos a partir del tema “El día de las tejas”.


Los hechos fueron los siguientes: Aconteció la tarde del 7 de junio de 1788, en los alrededores del mercado local de Grenoble. El Rey Luis XVI había decidido cerrar los parlamentos provinciales, incluido el de Grenoble (por entonces capital de la antigua provincia del Delfinado). Para ello envió al ejército, que ingresó al centro para cumplir la orden.

Pero el pueblo tenía otros planes. Se había cansado de los atropellos, en parte estimulados por una conciencia de clase muy fuerte. También el hambre colaboró en el trazado del suceso, cuando las tropas circulaban a la altura del Colegio de los Jesuitas, los sublevados comenzaron a lanzarles las tejas que arrancaban desde las mismas azoteas. Una lluvia en rojo, naranja y polvo que como un grito alocado caía sobre los soldados. Respondieron estos, y hubo muertes de uno y otro lado. La libertad del parlamento y los intelectuales que resistían adentro, salieron ilesos. La Revolución estaba en marcha.

A 7 kilómetros de Grenoble se yergue el Castillo de Vizille. Construido a mediados del siglo XVI, sirvió como sede de las reuniones desarrolladas algunas semanas después del “Día de las Tejas”, y que serían conocidas como “Asamblea de Vizille”. Allí, unos 400 representantes de diferentes clases y estamentos sociales (la iglesia, los nobles y los ciudadanos comunes), sentaron los ideales de una nueva Francia.
La Revolución Francesa fue el 14 de julio de 1789, cuando una turba iracunda y harta de los desequilibrios, el autoritarismo y el penar, se hizo con la prisión de la Bastilla.

dimanche 6 décembre 2015

Una escapada a Bilbao

En Mayo, mi marido y yo fuimos a Bilbao 4 días, uno a San Sebastián. 
En el barrio histórico “Casco Viejo”, tomamos un chocolate con churros en el genuino "bar de Bilbao" en la Plaza Nueva.



¡Esto fue casi obligatorio!!!!!



El proyecto de Gehry, con la  única presencia del museo Guggenheim, ha sido la trasformación de Bilbao.


Y más concretamente, con el río como columna vertebral de la ciudad, hasta el punto de que, alrededor del Museo se han construido edificios firmados por arquitectos como Foster, Moneo, Calatrava y Pelli.
 
La historia de Bilbao está ligada, con el puerto, a las exportaciones por mar de los cereales y la lana.


En 1855 con la revolución industrial, la explotación de las minas de hierro permitió  convertir Bilbao en polo económico.
La crisis de la industria vasca obligó a un reconversión, la ciudad se moderniza.
Frank Owen Gehry al fines de los años 80, como reacción al racionalismo imperante, caracteriza su trabajo con líneas o superficies curvas.





El Museo ((1993-1997) de titanio, piedra caliza, vidrio, enlucido, acero, madera y cemento es el símbolo de Bilbao.


El titanio, por su color y su brillo, evoca las escamas de las carpas con las que Ghery jugabacuando era  pequeño.
Es una obra de arte con 4 fachadas diferentes.


A mí me gusta la tienda Desigual en la Gran Vía...


¡Ahhhh!!!!.. Los zapatos y los bolsos....




Los magníficos bares que parecen museos.


Incontestablemente los mejores pintxos del país.


 Imposible de comer uno solo con tanta variedad,  a uno se le hace agua la boca....



A una hora de autobús visitamos la ciudad de San Sebastián, elegante, de moda, con galerías y cafés, y un paseo por el mar...

Esta escapada de 4 días me permitió descubrir el Museo y el dinamismo de Bilbao convertida gracias a la arquitectura contemporánea.                                                         Brigitte