mardi 22 novembre 2016

The Night

La primera novela de Rodrigo Blanco Calderón, escritor venezolano prometedor, nos sume en una  de las ciudades más peligrosas del mundo.

En la Caracas del 2010, los apagones eléctricos convierten la vida nocturna en ambiente de toque de queda. Tres amigos se reúnen cada viernes en un restaurante chino, aprovechando  un oasis de paz, para hablar de sus temas favoritos en particular uno  en común: la  literatura.  

Miguel el psicólogo se enfrenta a  sus clientes cuyos problemas están ligados a la crisis y al caos del país,  les ayuda con palabras y consuelo.  Matías  escritor frustrado de no estar galardonado,  dirige un taller de escritura en el que  participan algunos clientes del psicólogo. 

Pedro ex publicitario fanático de palíndromos y juegos de palabras busca todo relativo a la obra de Darío Lancini, su autor de referencia. Pero la conversación se orienta también sobre el presente que los rodea: las series de crímenes que afectan mujeres, acontecimientos que los protagonistas intentan de comprender a través de sus propias prácticas profesionales.

 Este circulo de discusión de tres personajes tan distintos permite de huir de la obscuridad real,  ahuyentar la crisis  lo oscuro (la noche política) y la desconfianza que intentan inmiscuirse entre ellos.

La charla es también una oportunidad de recorrer el paisaje de la literatura y de preguntarse sobre el papel que cada uno ocupa en esa sociedad al borde del colapso.

La novela rápidamente se enfoca en  Darío Lancini  poco conocido incluso en su propio país y que R.B Calderón conoció por casualidad. El autor describe la extraña carrera entre política, cárcel, escritura y encuentros con los autores vanguardistas franceses del último siglo como  Aragón. Es también la oportunidad de revisitar la historia reciente del país bajo la dictadura y apelar a referencias literarias como tantos testigos de la lucha contra el caos.

A pesar de ser una ficción, el relato  está muy documentado casi una investigación y el autor entrega una larga lista de referencias.

Para concluir, es una novela negra  laberíntica y a veces difícil de seguir, el único protagonista principal queda Venezuela hundida en su situación de espiral de crisis y violencia.
                                                                                                                                                                                                            C. Thierry

samedi 19 novembre 2016

Fragmento de la novela "The Night" de Rodrigo Blanco Calderón

Al principio fue un largo, inesperado, apagón de cinco horas. Caracas parecía un hormiguero destapado. Más allá de las citas canceladas, los cheques sin cobrar, la comida descompuesta y el colapso del metro, Miguel Ardiles recuerda ese día con una ternura casi paternal: la ciudad sintió el estupor de ser cueva y laberinto.

En los meses siguientes, a medida que los apagones se repetían, los habitantes fueron dibujando sus primeros bisontes, marcando con piedras los recodos familiares del recinto. Luego el Gobierno anunció el plan de racionamiento de energía. Los voceros de la oposición no tardaron en recordar la situación de Cuba en los años noventa y cómo el plan de cortes eléctricos que implementaron durante el periodo especial era idéntico al que se iba a aplicar en Venezuela.
El anuncio se hizo a la medianoche del miércoles 13 de enero de 2010.

Dos días después, Miguel Ardiles se encontraba en el Chef Woo con Matías Rye. Como todos los viernes en la noche, después de ver al último paciente, se iba a los chinos de Los Palos Grandes a esperarlo. Matías Rye dictaba talleres de escritura creativa en un instituto de la zona. Estaba por empezar su más ambicioso proyecto, The Night: una novela policial que involucionaría hacia el género gótico. El título lo había tomado prestado de una canción de Morphine y buscaba trasladar los matices de esta banda a su escritura: entrar en el horror como quien poco a poco se adormece y le da la espalda a la vida.
Rye declaraba la muerte del policial clásico.
—Desde «Los crímenes de la calle Morgue», de 1841, hasta «La muerte y la brújula», de 1942, se completa el ciclo. Con ese cuento, Borges clausura el género. Lönnrot es un detective que lee novelas
y relatos policiales. Un imbécil que muere por confundir la realidad con la literatura. Es el Quijote del relato policial.
La única alternativa, según él, era el realismo gótico.
—En este país, escribir novelas policiales es un acto inverosímil, condenado al fracaso — agregaba—. ¿Cuántos casos de los que tú ves todos los días se resuelven, Miguel? ¿Quién puede creer que la policía de esta ciudad alguna vez va a encarcelar a un criminal?
Rye pareció recordar algo.
—¿Cuándo te llevan al Monstruo? —había bajado la voz.
—No sé aún. El presidente llamó personalmente a la Medicatura Forense para informarse sobre el caso. Sabes que Camejo Salas es su amigo.
—¿El presidente llamó a Johnny Campos?
—Ajá. No creo que sirva de nada mi informe, sea cual sea el resultado.
—Campos es una rata.
—Dicen que el asunto del tráfico de órganos llegó a oídos del presidente. Solo con eso, lo tiene amarrado.
—La mierda.
—Total.

Las luces parpadearon y el restaurante quedó a oscuras. Hubo una ola de gritos y de carcajadas y luego, atenuadas por el apagón, las conversaciones se fueron reanudando en un tono menor, de intriga. Uno de los mesoneros cerró la reja del local, mientras Marcos, el dueño, armado con una pequeña linterna, sacaba la cuenta de todas las mesas. En pocos minutos, el Chef Woo quedó casi vacío, su cuadro denso solo tachonado por los cigarrillos de los últimos clientes, los habituales, los de confianza.

Diego Vargas Gaete


Diego Vargas Gaete nació en  1975 en Temuco (Chile). Obtuvo una beca de la Fundación Pablo Neruda y de la Escuela de Escritores del centro Cultural Ricardo Rojas.  En cuatro ocasiones obtuvo becas de creación literaria por el CNCA (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes).  Es autor de la novela “El increíble señor Galgo” en 2014.  Ha recibido premios en los Juegos Literarios Gabriela Mistral y en el concurso Pedro de Oña. Enseña escritura creativa en escuelas y liceos públicos. Fue seleccionado para representar a Chile en la Feria del Libro de Buenos Aires 2015 y en el festival Belles Latinas Lyon 2016.
           
Fragmento  de  "La extinción de los coleópteros (2016)

Todavía zumba en los oídos de Silvana la voz ronca del conserje: “Señorita, no se puede sobrecargar la máquina”. Si bien el hombre pronto ha regresado a su cubículo en la entrada del edificio, ella sabe que ahora es vigilada a través de una cámara pequeña e intrusa, la extensión perfecta del alma de ese tirano de bigotes y overol. Por eso sólo puede echar como máximo tres kilos, es decir, algunos jeans, un par de chalecos y sábanas, los calzones que usa cada vez que se acerca una noche romántica y con suerte la falda negra, su caballito de batalla ante todo tipo de eventos. Silvana Kunz se mira en el ojo de buey de una de las secadoras y el reflejo devuelve una imagen distorsionada: piernas chuecas, cintura ancha, nariz aplastada. De pronto piensa en qué diría Camilo si la viera de esa forma y la risa se apodera de su boca. Y otra vez se ve junto a su profesor de baile que le dice: “Pecho al frente, mirada en alto, uno y dos y tres, déjese llevar, la novia es la seducida... no, no y no, el caballero es el que debe controlar el ritmo” e intenta dar algunos pasitos de vals en el suelo de baldosas. Eso hasta que mira su reloj y se acuerda que debe ir a ver lo de la torta. Sacude su cabeza y abre la tapa de la máquina. Primero tira sus calzones, luego llueven las camisas. La vida, piensa Silvana, es como una lavadora: uno da vueltas y vueltas para quedarse en el mismo sitio. Sin embargo ella sabe que eso no es del  todo cierto pues hasta hace poco, a pesar de ser doctora en bioquímica, vivía en casa de sus padres y dos nanas se encargaban de que en su cama no existieran las arrugas. Ahora se turna en las labores domésticas con su novio. Silvana se da cuenta de que si apretujara la ropa seguro alcanzaría a lavar todo en una carga. Así podría ir junto a Camilo a la pastelería. Siempre y cuando logre sacarlo de sus papeles ya que cuando escribe cae en trance. Desde hace poco le ha dicho que trabaja con el material de su último viaje y a Silvana, que sólo lo conoce hace medio año, le encantaría saber qué hizo su novio en su aventura por Sudamérica. Pero él es de esos hombres que acaparan silencios.

Silvana Kunz mira otra vez su reloj y a fuerza de brazos mete las sábanas en el cilindro de acero. Cierra la tapa y la lavadora comienza a trabajar lenta, atorada, como si le costara digerir toda la ropa. Antes de detenerse, un quejido a metal rebota en las paredes de la lavandería comunitaria. Silvana lanza un puntapié que choca de lleno la base del armatoste. El agua fluye. El aparato, no obstante, insiste en perder potencia y se queda inmóvil. Ella lo considera como una declaración de guerra y comienza a sacudirlo con las manos. Que se vaya a la mierda el profesor de pacotilla que le exige bailar como una reina, a la mierda la torta de novios, a la mierda ese conserje sin vida propia, piensa mientras mueve la lavadora hacia atrás y adelante. Entonces titilan las luces, una descarga eléctrica sube por el cable conectado al enchufe y se expande a través de la base metálica. Y allí están las manos, el rostro pecoso, los hombros fuertes y esas piernas largas de Silvana sacudiéndose por el súbito golpe de energía. Lo último que alcanza a ver es un fogonazo y luego una piscina fosforescente donde se zambulle.

jeudi 17 novembre 2016

Rodrigo Blanco Calderón

Con su primera novela, The Night, Rodrigo Blanco Calderón, a quien algunos lo señalan como  uno de los mejores cuentistas de su generación, emprende un nuevo rumbo en París, pero con el mismo compromiso literario de cuando estaba en Venezuela. En la capital de la luz, su visión de una Caracas desfasada y neurótica fue galardonada el 30 de junio con el Premio Rive Gauche 2016.


Afficher l'image d'origineNació el 31 de julio de 1981. Desde el nacimiento, hasta buena parte de la adolescencia, su vida transcurrió entre el edificio Mary-Ros, de Amadores a Cardones —la misma calle donde murió José Gregorio Hernández, en La Pastora—, y los bloques de San José del Ávila, donde vivían su abuela y su tía.
Hijo del cardiólogo Mario Blanco y de la psiquiatra Minerva Calderón, casi no tiene recuerdos de haber vivido con su padre, aunque aquel siempre estuvo presente. 
Es autor de tres libros de cuentos: Una larga fila de hombres (Monte Ávila, 2005), Los invencibles (Random House Mondadori, 2007) y Las rayas (PuntoCero, 2011). En 1999, asomó su nombre al mundo de la literatura local al obtener una mención en el II Concurso Nacional de Cuentos de Sacven. Tenía sólo 18 años. Dos años después volvería a obtener una mención en el mismo concurso y, a los 24 años, sería uno de los ganadores del Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores. Al año siguiente, con “Los golpes de la vida”, ganaría el Concurso de Cuentos de El Nacional. Tenía 25 años.


         

mardi 1 novembre 2016

Riña de gatos

Para una riña, Mendoza nos trae un raro y extraño conflicto a la víspera de la guerra de España. En una Madrid ya tomada por el colapso de la República y la dinámica de la violencia, un experto de arte inglés en misión de evaluación navega entre las intrigas familiares, sentimentales y políticas, no sin poner su vida en peligro.

Sus aventuras  nos hacen recorrer los barrios típicos de la ciudad de los “Gatos”, mientras que los cuadros de Velásquez y otros maestros son tan jalones de la relación y también soportes a metáforas de las situaciones probadas por los protagonistas. 


El narrador aprovecha  de la intriga  para describir sin complacencia la sociedad española de 1936 con sus distintas clases sociales y grupos políticos. Su desarrollo nos muestra los mecanismos implacables que llegaran a la guerra civil. Los retratos de los personajes históricos implicados no se escapan de la precisión psicológica y de la ironía del autor. Así ese estilo con diálogos brillantes, da a la relación su aspecto pintoresco. Tan bien que el historiador francés Philippe Nourry en su monumental “Histoire de l’Espagne” cita  el libro por el realismo de sus descripciones de algunos protagonistas de la novela y de la verdadera historia.

Finalmente nuestro experto saldrá salvo de este juego de engañados y eso no nos interesa mucho ante la magistral lección de arte y el despiadado fresco social de España al borde del precipicio. 

                                                                                         C. Thierry