Memoria
A pesar del transcurrir de los
años en la memoria tengo recóndito " El ENTIERRO DE LA SARDINA.".
Eso fue con los niños, en el
recorrido de un viaje en coche rumbo a Andalou. Luego de cruzar la frontera,
por la carretera de corniza, descubrimos la Costa Brava con todasu belleza
natural en una estación primaveral de encanto. Por la mañana, además del aire
tibio, el sol daba al paisaje una luz particular y el mar ofrecía un
vislumbrante centelleo. Nos maravilló la visita de Barcelona donde paramos unos
días, antes de continuar, a la buena de Dios, en dirección del sur.
Por entonces, era fácil
encontrar para dormir unas noches sin necesidad de reservar ni pagar por
antelación. En estas condiciones íbamos sin planearlo todo, según nos daba la
gana, aun en busca de lo imprevisto. Solíamos parar y ver lugares poco
visitados, encontrar a nativos como a forasteros u otros extranjeros : todo
resultaba muy interesante...
Poco antes de alcanzar
Murcia en carteles leímos :" Sábado de fiestas." Se nos ofrecía un
aliciente estupendo y decidimos compartir con los murcianos las festividades
locales. Encontramos una pensión , dejé a los niños en la recepción con las
maletas. Muy contenta y despreocupada fui a aparcar el coche. Ni siquiera
imaginé enfrentarme con una dificultad de importancia. En efecto, estaban
colocando barreras para facilitar los preparativos y regular el tráfico.
En
un santiamén, me sentí prisionera y sin vacilar abandoné el auto. Surgió un
policía que sólo me dio permiso de estacionar una hora, no más. Intenté pensar
por donde llegué pero, desconocida del barrio como del entorno, varias veces me
equivoqué andando. Me latía el corazón, a punto de romperse. No pude contener
el pánico que me entró : casi me dejó paralizada, me sentí igual a una estatua.
En un banco me senté a reponerme e intentar serenarme. Al cabo de largos
minutos, al verme tan desconcertada un señor propuso su ayuda. Le expliqué el
caso y con mucha amabilidad me acompaño. Le agradecí su cortesía, aliviada ya
al reunirme con los hijos. Sin embargo, en el acto, el nudo que tenía en la
garganta no me dejó soltarles una palabra. De mi tormento, nada comprendieron
ya que, entre tanto, ellos, haciéndose de mirones y curioseándolo todo se lo
pasaron en grande al observar la gente engalanada, alegre y lista para el
festejo.
Al
recepcionista le comenté el episodio: aceptó que nos marcharsemos, sin pedir
nada por la reservación.
El
ambiente festivo fue creciendo, pero nosotros, entre el bullicio de la
muchedumbre, a todo correr conseguimos alcanzar el coche lamentando la
obligación de la salida... Concilié un sueño benéfico en la cama de un hostal
de un pueblecito andaluz: Lorca. Así nos quedamos sin disfrutar de " EL
ENTIERRO DE LA SARDINA" el cual , lo supimos más tarde, se celebra el
sábado después de las PROCESIONES de SEMANA SANTA, en un desfile que es mezcla
de Carnaval y Mitología.
Desde
carrozas reparten juguetes antes de prender fuego a la gigantesca figura de una
Sardina: el incendio simboliza el final del Cuaresma. A continuación, fuegos
artificiales terminan las fiestas de la Pascua de Resurrección.
▬ Un día, a los niños, ya mayores, se les ocurrio preguntarme con falsa
ingenuidad y tono burlón ¿Te acuerdas de lo que no vimos en MURCIA?
Al instante vi, como si
mirase una película, imágenes que permanecen fijadas para siempre.
A.A.
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