ARACNE
(Qué labor
ponerlas todas a secar después de la lluvia! Voy a empezar con la grande esa ya
que se está levantando el viento.)
- Hola, Aracne, ¿qué te pasó? ¡Estás hecha un
adefesio! Déjame que comience por el lado más estropeado.
- ¡Puedes pararte un momento de tejer que no tengo
seis manos!
- No te mosquees, chica, hermosa, si, que lo eres
pero tan presumida, siempre con tu orgullo:"Miren mi tela, ¡qué grande!
Hoy pude extenderla desde el sauce hasta el escaramujo, ninguna de las otras
sería capaz de hacer lo mismo....".
- Es verdad, pero la lluvia no les daña tanto como
a ti, tonta que eres, no reparas en que cuánto más larga, más frágil es tu
tela! Te advierto, si sigues dándote ínfulas de grandeza, no te ayudo a
secarte, te las apañarás sola.
- (Ahora, me van a faltar los alfileres de la
ropa)
Ya está, puedes secretar otro hilo... así, muy
bien, ves como va mejor.
- ¡Cáscaras! ¿Has visto? Por poco el viento me
arrebata el hilo de la mano, ya que no veo nada con los cabellos en los ojos y
que me duele la espalda que ni lo puedes imaginar! Menos mal que casi casi se acaba el trabajo
contigo, ves, estoy anudando el hilo nuevo a esta mata de hierba, estás a
salvo....de momento. Volveré a pasar después de atender a las pequeñas que me
están esperando.
- ¡Qué día! Prefiero no pensar en que, mañana
tendré que recoger todas las pinzas, pero que le podemos hacer, así es la vida,
no?
Mónica
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