Memoria
de vuelos
Mi memoria… La memoria de la
muchedumbre, de trabajadores atareados, ruidosos, agitados, como un gigantesco
hormiguero…
Siento, como si fuera ayer,
una impresión de claustrofobia insoportable, una necesidad imperiosa de
evasión. Hay que librarse, buscar con urgencia, un área de despegue.
… Inspirar fuertemente,
llenar los pulmones ampliamente, enteramente con todo el aire posible en una
larga y poderosa aspiración... … Ponerse de puntillas… preparar los brazos
tendidos en el eje del cuerpo, haciendo un ángulo agudo con el suelo… y
accionar inmediatamente los miembros en fuertes movimientos repetidos de braza
para surcar el aire, experimentando su resistencia como si el soplo fuera un
fluido, sí, un fluido, como el agua primordial, sinónimo de vida.
… Inspirar de nuevo, repetir
con mucha voluntad, tenacidad y fuerza, los movimientos de la braza… hasta el
milagro maravilloso del despegue.
Aún hoy, mi memoria me
hace sentir el bienestar inmenso de todo mi cuerpo al elevarse de algunos
metros… ¡Dios mío!… ¡Ojala que siga mi vuelo!
Poco a poco, encima de la
muchedumbre que se aleja hasta parecer miniaturas, y a medida que aumenta la
altura… el silencio, la paz, la plenitud se imponen.
Es una felicidad intensa
planear como Jonathan Livingston la gaviota, utilizando las corrientes aéreas,
a veces en ascensión o en picada, ejecutando piruetas , siguiendo la línea de
una costa, dominando los árboles y las montañas, jugando con los rayos del sol
a través de las nubes … Sin fin ni cansancio…
¿Cuántos viajes hice, de
Marruecos hasta las islas de Bretaña, del Mar Caribe hasta el Mar Mediterráneo, mezclando
los viajes en el espacio y las aventuras en el tiempo, inventando
una infinidad de historias siguiendo los caprichos de mi
imaginación ?...
Hubo de claro ciertos vuelos
difíciles, despegues arriesgados en medio de hilos eléctricos de los
cuales era necesario librarse antes de alcanzar el Nirvana… ¡Pero nunca mi
planeo fue una catástrofe!
A mi me encantan todos los
vuelos, pero entre todos, me fascinan los que mi memoria conserva de mis
sueños.
Extraída de internet |
Fui el propio autor de mis
aventuras en el espacio y en el tiempo, sin recurso a algún medio técnico,
únicamente cerrando los ojos… durmiendo un sueño creador.
… « Hago a menudo este sueño extraño y penetrante… »
escribió el poeta Verlaine.
… « Repetí muchas veces
esta modorra… » rectifico yo, porque a medida que los años se
acumularon, mis queridas visiones, por desgracia, se hicieron más escasas…
Felizmente, me quedan los
tesoros de los recuerdos en los cuales nadaba en el aire o volaba en el agua…
¿Pez? … ¿Ave?... ¿Pezave?... ¡De verdad fui un animal
raro! … Y es una extraña y extraordinaria máquina la que la
memoria resucita las cosas del pasado de manera tan aguda, y lo más
estupendo, de un pasado
virtual.
A. Pierrisnard
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