La casa vacía
Ella había interpretado el papel de la segunda hija en esta
historia sombría de García Lorca y se lo recordaba bíen. Tenía dieciseis años, la clase había
representado la obra delante de las otras alumnas y fue un acierto verdadero. La
intención era repartir el
producto de la venta de billetes para ayudar a la clase a hacer un viaje a Marruecos.
Habían soñado tanto en hacerlo juntos y habían trabajado mucho, repitiendo los
papeles por la tarde después de las clases.¡ Qué placer y que excitación ! También ella había tocado en su guitarra una canción popular que hablaba de amor. ¡Qué bien había tocado!
O, por lo menos, era lo qué habían dicho
las otras. Estaba muy orgullosa de su participación. Y después sus padres habían decidido que no iría pues no podían pagar el resto del dinero para el viaje. Ella había llorado un poco y después se
quedó en casa con su hermana
como siempre. Estuvo triste aquel verano pensando en lo que las otras estaban
haciendo juntas en este país
desconocido. Podía ver con los
ojos cerrados la animación en
las calles, la gente vestida de blanco, el color de las casas contra el cielo
azul y sentir el calor… Muchos años
después, cuando se fue a visitarlo de vacaciones con amigos suyos, no se sintió tan impaciente por ir. Soñaba todavía de viajes en paises más lejanos pero su marido no tenía tiempo con su trabajo tan importante
y los hijos eran pequeños.
Otra vez, después, sería
después, serían otros
lugares. Por fuerza había
olvidado la tristeza del primer viaje fallado, y estos ultimos años olvidaba de vez en cuando el
nombre de la obra cuando quería
hablar de aquella época. Pero sí, era la Casa
de Bernarda Alba y ella era la
madre - ¿o la hija ? Una
historia tan sombría y que le
infundía siempre un
sentimiento de malestar. Las hijas no podían salir de la casa, no sabía por qué. De joven le gustaba tanto García Lorca y lo sabía todo de su angustia de vivir y de su muerte tragica.
En el instituto había leido algunos poemas y podía citar versos. Ahora era difícil encontrarlos en su memoria. Necesitaba leer la
obra de nuevo y los poemas también, y todo lo recordaría. Un día,
mañana quizás, tendría tiempo. Se acordaría por que siempre que ella pensaba en el autor veía aquella pintura que representaba
a un hombre de pie, antes de morir, con los brazos alzados y delante de él soldados
con fusiles. ¿ Por qué le
parecía que aquella pintura tenía une relación con la muerte de Lorca y su guitarra también ? Era fuerte la pintura, y ella se acordaba bien el color amarillo del
pantalón del hombre contra la
pared … ¿ Pero, la cancíón que tocaba en su guitarra, cómo se llamaba ? La Malagueña. ¿ La Malagueña ? Sí. ¿ Y la canción,
que decía ? Hablaba de amor. De amor, sí. Por supuesto. Había más y más
momentos en que le fallaba la memoria y se preocupaba. Sus hijas siempre le decían que no, que estaba cansada y
cuando su hermana venía a visitarla
le decía : claro que todo está bíen, no te preocupes, y a menudo le daba la palabra o
el nombre que faltaba y las
dos reían. ¿Te acuerdas de la Casa de Bernarda ? ¿ La casa de quién ? De Bernarda. ¿ De Bernarda ? Sí querida, cuando estabas en el
instituto, tu papel lo sabías
muy bien, yo estaba en la sala de teatro y te miraba y te escuchaba. Tienes todavía el artículo de prensa. ¿ Ah sí, lo
tengo ? Sí, lo tienes en
tu album de fotos, mira. Ah sí, verdad.
Está muy lejós todo eso. ¿ Era yo ? Eras tú.
Hoy a veces se coge la cabeza
entre las manos y escucha. Le parece que su cabeza es una concha y esta concha no suena más. Ella pregunta :
¿ Cómo
se dice, sabes, el viaje en que se va de aquí a ahí
a pie, y la carretera es tan larga ? ¿ El camino de Compostela ? Sí, sí. ¿Iremos ahí ? Sí,
dentro de poco, querida, dentro de poco iremos
ahí.
Han salido todas las hijas de Bernarda Alba. De un modo u
otro. Ahora està vacía la
casa.
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