Encuentro de Nochevieja
– No te puedes imaginar
¿Sabes con quién me encontré en la fiesta de la Nochevieja? –pregunta
Natalia– a su amiga Elena. Acaban de sentarse en una mesa del restaurante. Son
las dos y pico. A ellas, les gusta almorzar donde Pepe, a unos doscientos
metros de la compañía de transportes en
la cual trabajan como secretarias, una en el departamento de ventas, otra en la
contabilidad. No han querido ir al comedor,
tienen muchas cosas que decirse después de las vacaciones de Navidad.
Aquí van a charlar tranquilamente, lejos de las orejas de los colegas
indiscretos. No hay muchos clientes en la sala. Como todos los años a
principios de enero, están vacíos los
monederos, hay que asentar los estómagos.
Cerca de la barra, el mozo
bosteza, parece cansado. Si se le preguntase cuantos años tendrán esas mujeres,
respondería de cuarenta y cinco a cincuenta años. Natalia es alta, delgada con
el pelo rubio y corto; lleva aretes dorados en sus orejas. Elena es baja, con
melena morena; tiene uñas pintadas de carmín. Se callan al acercarse el mozo.
Vale para la ensalada y el pollo a la valenciana para las dos. De todas
maneras, el menú no tiene mucha variedad, especialmente los lunes.
Extraída de internet |
– Así que sabes algo de nuestra soltera. ¿Cómo está?
– No estaba solita, dice su amiga con cara misteriosa.
Pues, había alguien con ella.
– No me digas! se asombra tanto Elena que se queda boca
abierta. Desde su separación con Vicente, nos había jurado que el amor ya no era para ella. Decía que eran todos los
hombres unos egoístas, unos mentirosos, todos infieles. No se podía confiar en ellos.
¿Dime quién es?
– Por más que busques, no vas a adivinar. Te acuerdas
como nos daba la lata con su Vicente. Era el hombre más inteligente, más
viril de los que conociera ella. Tenía sentido del humor era atento, amable.
Bueno, era perfecto y al final… ya sabes.
– A nosotras, nos parecía insípido, ordinario, opina Elena entre dos bocados de pollo. Pero le
quería tanto. Estaba enamorada de verdad. Lloró mucho cuando él se marchó. Se
quedó muy deprimida, muy amarga.
– Sin embargo, quiere creer todavía en el amor, prosigue
Natalia con una sonrisa maliciosa. Te puedo asegurar que la Nochevieja pasada,
era muy feliz, rebosaba de alegría.
– Bueno, ¿Cómo está su nueva conquista. Sensual, joven,
brillante?
– Déjate de rodeos. ¿Pero cómo se arregló para encontrar
a su media naranja? Bueno, Lucía es nuestra amiga, pero hay que reconocer que
no es una modelo, insinúa Elena.
– Agárrate a la silla. Su nuevo amor es una pelirroja,
muy bonita, de unos veinte años más joven. Nos la presentó a mi marido y a mí;
al principio, estaba yo algo molesta pero resulta que es una chica muy
simpática.
A Elena, se le cae la
servilleta de lo sorprendida que estaba. La recoge bajo la mesa. Cuando levanta
la cabeza, mira a su amiga y revientan
las dos de risa. Bueno, ahora no es tan tabú el amor entre dos mujeres, piensan
ellas, pero van a cotillear por todos los departamentos de la compañía cuando
sepan que la secretaria del patrón tiene una amante.
Bernadette
Duval
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