samedi 14 juin 2014

Nuestra aventura por Latinomérica

Desde México, tomamos el avión para  La Paz. Nos gusta esta ciudad aunque  a veces sea muy fea. La llegada de noche sobre esa crátera alumbrada por las luces de la ciudad deja una impresión muy fuerte. Los días siguientes fueron consagrados a organizar las excursiones para  el altiplano, reservar el tren  desde allí hasta la Argentina, y los alojamientos.

Foto de Dan G.
 
Aprovechemos esos días para ir y venir a la calle Sagarnaga y al barrio histórico con sus flamantes colores.
Salimos de La Paz en un autobús de noche hasta Potosí, muy confortable, con asientos semi camas. Además es seguro. La parte de atrás queda cerrada durante la noche y se  puede dormir con gusto. Las diez horas pasan volando.

El cerro Rico      Mina de argento 

Potosi merece una larga visita. Es la cuidad donde los españoles, en el  siglo dieciséis encontraron un cerro el Cerro Rico lleno de un mineral de argento muy puro. Se dice que un inca había hecho un fuego al ir a buscar sus llamas perdidas en un hueco y que vio el argento salir  goteando de la roca. En realidad eso fue  catastrófico. Para los Incas, condenados a trabajar hasta la muerte a los veinte años para extraer el mineral con hambre y apenas ayudados por las hojas de coca. Para los españoles también porque se acostumbraron a no trabajar, se inició  el declino de los siglos siguientes. Consecuencias positivas, la riqueza de la catedral de la iglesia jesuítica, del Convento Santa Teresa y de esos edificios que hicieron inscribir Potosí al Patrimonio de la Humanidad. Las tradiciones culturales del país mantenidas a través de los niños.


Fiesta de niños

Hoy, la mina está todavía en explotación, en cooperativa. El mineral es pobre, el trabajo terrible para extraerlo en condiciones que no son muy diferentes de esas que describía Zola en Francia.
Dudamos en  ir a ver eso. Pero tuvimos la suerte de encontrar una pequeña empresa de seis ex mineros que organizan visitas con la oportunidad de hablar con sus colegas en el sitio. Es costumbre ofrecer las bebidas, hojas de coca y también dinamita que se venden libremente en un pequeño mercado a la entrada de dicha mina. Y así se puede hacer conocer las verdaderas condiciones de trabajo de los mineros. Para nosotros es mejor que hacer la vista gorda visitando solamente las iglesias. ¿Por qué hacen este trabajo peligroso?  Por un salario de 80 euros, un poco superior al salario de un maestro de escuela pero mucho más si se encuentra un mejor filón. Para dar una buena educación a los hijos y evitar que vayan también a la mina. No tienen maquinas,  golpean con una masa la barra de la mina antes de encender  la mecha de la dinamita. Mueren jóvenes de silicosis aunque más viejos que esos del “Siglo de Oro”. La cooperativa hace que la ventilación funcione y mejora los túneles hechos en una buena roca sin gases mortales.


Foto de Dan G.

Hicimos un recorrido  de tres mil metros en un tubo, a 4300 m de altura. A veces hay que bajarse hasta 1,20 m, evitar los vagones cargados de una tonelada de mineral que empujan dos mineros. Para tener  pesadillas, pero para reflexionar. Además se puede constatar que perduran los creencias incas. Vimos en el  fondo de la mina una estatua del dios Tío Benito. Los mineros le llevan  alcohol de 95, hojas de coca, todo lo que le  gusta.

Foto de Dan G.

Para completar la visita de Potosí, vimos la Casa de la Moneda donde transformaban el argento bruto en monedas. Se ven todas las maquinas con sus evoluciones en el tiempo.
Fuimos a Sucre, la ciudad histórica de Bolivia. Vimos la universidad Jesuita  donde recibieron su educación muchos de los libertadores. Dichos jesuitas fueron expulsados porque sus ideas eran demasiado críticas con el  sistema del monarca absoluto y de la explotación de los indígenas por los colonos. Eso lo volveremos  a ver en Córdoba, Argentina.  En Sucre hay que notar que es en la sala de las tesis de la Universidad donde fue firmada la independencia.
¿ Qué otra cosa agregar de Sucre?  Hay una bonita vista de la ciudad desde el Convento de Recoleta a la puesta del sol. El árbol bajo el cual  iba a  descansar el Libertador. Hay también algunos cafés elegantes.
Las pequeñas cebras que ayudan a controlar el tráfico con mucho humor.
                                                                        
      Gral. Sucre con aves... como Bolívar en Caracas  





































Tomada por Dan G.
              


                                                                   Dan y Bruno                                                          
                                                                                                                                          

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