Película hispano-mexicana realizada en 2013 por Diego Quemada-Diez. Es su
primer largometraje muy prometedor, después de haber trabajado en el medio de
la publicidad, luego con asistente de cineastas reputados como Ken Loach et
Iñarritu y haber realizado si mismo cortometrajes que recibieron muchos
premios.
El tema de la emigración desde América Latina hasta los Estados
Unidos ha sido tratado muchas veces. Pero nunca fue tan conmovedora y
original la manera de contarnos la huida tenaz de Sara, Juan,
Samuel y Chauk, cuatro adolescentes en busca de una vida mejor.
Desde el inicio, el ambiente es muy serio, las miradas son penetrantes y
graves, las palabras escasas, la determinación de estos jóvenes está a la
altura de sus sueños: tenemos la sensación que podría terminarse mal la
historia.
¿Sería la película un simple documental?... Me parece que no.
Estoy convencida de que tiene también otra dimensión muy importante que
nos traslada al mundo de la poesía, de las emociones y de lo novelesco.
Los personajes no son anónimos para nosotros, cada uno tiene su carácter y una
personalidad muy marcada. Nos acercamos a ellos, a su intimidad, a sus
reacciones profundas; Aprendemos a conocerlos con sus miedos, sus dudas, sus
prejuicios y su moralidad instintiva o reflexionada.
Por eso, no se trata solamente del fenómeno social de la emigración en
general, sino también de la iniciación de estos jóvenes a la amistad, al amor y
a la crueldad del mundo actual, con sus fronteras, sus malos individuos al acecho
de víctimas indefensas.
La película es muy cruel, realista, angustiosa, desgarradora. Pero no se
complace con el drama ni en el dolor. Hay momentos de gracia, de ligereza, de
pureza, y de gran belleza: El sueño está omnipresente en la bruma dorada de la
hierbas a la puesta del sol, en los copos de nieve cayendo sin fin en un
cielo obscuro, en la perspectiva de los rieles del tren a través de los túneles
, y en la visión contrapicada de los árboles flameantes huyendo con la
velocidad del tren.
La fotografía es magnífica. A veces contiene muchos símbolos tales como las
manos agarradas a las rejas (como una premonición…), e imágenes que parecen
salir de la obra de un pintor: la del montón de inmundicias en Guatemala al
inicio de la película, y la del montón de carne lívida y sin vida del matadero,
que no habrían negado Rembrandt o Soutine. Las dos imágenes parecen
responderse y quizás… evocar el sueño desilusionado.
Me encantó dicha película. Me fascinaron particularmente los personajes de
Sara y Chauk el indígena, tan puros, tan espontáneos, totalmente conmovedores
en su manera de comunicar púdicamente, con pocas palabras, de interesarse
uno al otro con un gran humanidad, un gran respeto de sus diferencias
respectivas.
Un último consejo: no salgáis del cine precipitadamente sin haber visto el
genérico que nos ofrece una maravillosa endecha (tan maravillosa que nos pone
la carne de gallina, o nos hace llorar), en armonía perfecta con esta obra
sutil y de gran talento, estéticamente y psicológicamente.
A.P
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