Estaba hablando con mi amiga de nuestras cosas habituales y me parecía que estábamos solas, a pesar de la muchedumbre ruidosa que nos rodeaba.
Mi mantilla blanca que llevaba por primera vez, me hacía
particularmente orgullosa. Que me importaba á mí la belleza de esta tarde, el
Manzanares de un lude un poco azul
atravesado por el puente de Segovia y más lejos las siluetas del Palacio Real y
de la Cúpula de San Francisco el Grande.
Estaba esperando que esa fiesta me
permitiera encontrar al novio de mis sueños. Pero de momento el hombre que me
había llamado la atención no parecía
verme. Sentado delante de un caballete á algunos metros de mí, tenía un pincel
en la mano con una expresión muy concentrada en la cara. ¡Ojalá esté yo
presente en su cuadro! No hubiera para nada comprado una mantilla nueva.
Nicole B.
La pradera de San Isidro - Museo del Prado |
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire