Estamos en noviembre, son las cinco de la tarde, la
luz está ya desvaneciéndose. Estoy en mi ventana, un poco melancólico delante
de este paisaje sin alma, compuesto de casas todas semejantes, de grúas, de
antenas y de cámaras. De repente, delante de mis ojos, aparece un hombre, de
pie, en un poste con cámaras, blande un corazón en la mano. Pero ¿qué hace, qué
piensa, a quién está dedicado este corazón?
Imagino
una chica en su ventana, a lo lejos. Se encontraron, los dos, varias veces en
el autobús, hablaron mucho y se atraían; él quería declararle su amor, pero no
conocía su dirección precisa. Ella le había dicho en que barrio vivía pero no
en que calle. Le había dicho también que le gustaba mucho asomarse a la ventana
antes del crepúsculo. Entonces, él imaginó esto para decirle que la quería.
Subió en el poste frente a su barrio con un corazón en la mano esperando que fuera a verlo.
Es
una manera muy linda de hablar de amor en este paisaje de cámaras que
representan el contrario la vigilancia, la
inseguridad y el miedo.
Blandir: Mover un arma u otra cosa con movimiento
trémulo o vibratorio.
Catherine
Muy bonita esta historia, de todas las obras de Pejac publicadas en este blog es la que más me gusta...
RépondreSupprimerSantiago