samedi 21 mars 2015

La Isla Mínima

Película realizada por Alberto Rodríguez.                              Actores  principales: Javier Gutiérrez, Raúl Arévalo.
Generalmente no me gusta el género policíaco. No me gusta tan poco la violencia. Por consecuencia:

¿ Por qué la Isla Mínima» que es un concentrado de los dos, me cautivo tanto? El director sitúa este suspenso durante el año 1980, en La Albufera del Guadalquivir y dos policías que hacen investigaciones sobre el asesinato de dos chicas adolescentes son muy diferentes.

Estos tres argumentos  parecen explicar mi aparente paradoja. En efecto,  en tela de fondo, como en filigrana, la película evoca otros temas muy atractivos.

La desembocadura del Guadalquivir, húmeda y pantanosa, magníficamente filmada desde el  cielo (con drones) hace trabajar nuestra imaginación. Pensamos en circunvoluciones  de un cerebro humano… en pinturas abstractas… en tapices usados y raídos por sitios, cruzados por caminos polvorientos que se pierden en un infinidad de islas, al lado de canales muy inquietantes. Este contexto, donde vive una gran colonia de flamencos rojos como el cielo al ponerse el sol, como la sangre de las víctimas, parece hostil y arriesgado para la vida humana, aumenta nuestra tensión nerviosa y los latidos de nuestro corazón al mismo ritmo desenfrenado que las febriles investigaciones de los policías.

El director nos muestra estos dos personajes en el contexto político de 1980, la época de la transición, después de Franco, en una democracia muy joven, no totalmente instalada, que está a pruebas. Uno de los dos policías en el  pasado disimulado pero probablemente muy cargado y turbio se opone al segundo mucho más joven que tiene - al menos al inicio - principios morales y un rigor sin compromisos. Así, dos épocas se enfrentan, y es una crónica de los años atormentados del país, lo que es muy interesante.

Los habitantes de una comunidad anclada en el pasado, son misteriosos, depravados, inquietantes como el paisaje, corrompidos, silenciosos, desvelando partes de la verdad con parsimonia, sospechosos y sospechando, desconfiando unos de otros, constituyen una pintura social apasionante  de dicho período.

El estudio psicológico de los caracteres de los agentes y de sus relaciones extrañas es también  digno de interés. Obligados a trabajar juntos, sin simpatía entre ellos, mejor dicho, con cierta hostilidad, consiguen superar sus diferencias.  Peor, el joven  es contaminado poco a poco por la violencia que lo rodea y utiliza a su vez los métodos de su colega… Además deben enfrentarse con sus propios demonios y fantasmas.

Esta película conducida con un ritmo rápido y sostenido, nos tiene en vilo con escenas de acción muy eficaces, (por ejemplo el rodeo infernal de dos coches en medio de nada ) y con actores muy buenos. Muchos argumentos, en definitiva para ir a verla . Obtuvo diez premios Goya.

Saliendo del cine, ¡qué alivio! Podréis inspirar una larga bocanada de aire puro para quitaos el estrés y aprovechar la suavidad de vuestra vida diaria.

                                                                                           Andrée  P.

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