mardi 11 mars 2014

Instrucciones para pelar una patata

Sabes que cada día, en tu cocina se juega un drama psicológico y erótico. Los actores de este drama son tus manos,  unas patatas  y un instrumento que voy a describir.

Es un objeto provisto de una manga de plástico sobre la cual está fijada una hoja metálica abombada terminada por una extremidad aguda, y perforada en su centro de dos aberturas paralelas con bordes cortantes. Todo está dispuesto para el drama.

Hay que elegir la victima. Un tubérculo comestible de forma oblonga  ( pero se me ocurrió encontrar algunos en forma de corazón) cuya  carne es muy sabrosa cocida,  frita, al vapor o al horno. Pero antes de cocer la hermosa rubia,  hay que quitarle su vestido, su piel ; ¡Que erotismo ! Desvestir « Ágata »,  « Flamenco », « Desire » o « Vivaldi » constituye un programa muy interesante …

Tomar un tubérculo ni demasiado largo ni demasiado pequeño, que se adapta a la dimensión de tu mano, uno de buen color, de piel rubia y transparente, un tubérculo compacto muy apetitoso. Sujételo con una mano y con la otra tener el instrumento descrito anteriormente. Poner en contacto la hoja metálica con la parte superior  del cuerpo del tubérculo, el dedo índice derecho ejerciendo una presión fuerte sobre la lámina de tal manera que, bajando, penetra la carne, dibujando un largo surco, hasta volver a juntar el pulgar de la mano izquierda que mantiene a la victima.

Así obtenemos una maravillosa viruta, y empezamos a desnudar la patata. Su carne blanca, un poco granulada e húmeda, se deja descubrir con cierta indecencia.

Hay que repetir la misma operación, a la derecha y a la izquierda del primer surco, hasta que la patata esté totalmente desnuda. ¡Que vergüenza!

Pero cuidado, el trabajo no está terminado. La patata tiene ojos que te miran. Hay que extirparlos (y son muchos)  con la parte fina y aguda de tu instrumento. En un movimiento circular hay que cavar en la carne  lo que hace cada vez un ruido desagradable. Al fin la patata es como la luna, llena de cuevas y hendiduras.

Un último consejo: cuidado con el instrumento que puede equivocarse de victima, y volverse contra ti mismo. Puede cortar tu uña, y quizás tu piel…¡la sangre corre!.

La cocina no es un lugar banal. Es el lugar de todos los vicios: La gula, la lujuria, la violencia… Prudencia cuando entres a este sitio misterioso.
                                                                                                                                                              A.P.

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