Recuerdos
de mi infancia - 6 de febrero de 2020
Cuando tenía 13 años
y estábamos de vacaciones de verano,
íbamos a esta hermosa región donde vivían mis abuelos, entre la ciudad de
Ginebra y la sierra del Jura, al lado de la frontera Suiza y del hermoso Lago
Lemán... el mágico Monte Blanco, que se veía a lo lejos con buen tiempo,
alegrando nuestro paisaje con toda su belleza.
Una tarde por semana, solía ir a la misma granja como para
"ayudar" - dentro de lo posible- a hacer las diferentes faenas del
campo: recoger las patatas, hacer la cosecha del trigo o de la siega...
Me acuerdo cuando estaba era invitado a subir al tractor,
y a sentarme en cualquier sitio posible; es decir, en un rincón de la pequeña
plataforma donde uno de los dos hermanos, hijos del dueño, conducía el tractor,
él cómodamente sentado en su sillón, echando me - de vez en cuando - una ojeada
acogedora pero atenta...a que no me fuera a caer del tractor!
Los dos hermanos eran gigantes y con fuerzas que me
parecían Hercúleas, al lado de las mías con mis trece años... pero tuve ganas de aceptar
aquel reto físico imposible y no ahorraba mis esfuerzos!
Por aquellos esfuerzos, a eso de las cincos de la tarde,
todos necesitábamos recuperar la energía gastada.
Así pues, qué feliz sorpresa cuando atendí la primera
merienda en la granja y cuando descubrí, en el comedor, la inmensa mesa llena
de comida apetitosa y rica: panes, tan gigantes como los dos hermanos; enormes
trozos de gruyer de la cooperativa de queseros, platos llenos de mantequilla tan fresca que
los dos hermanos se la servían a cucharas (yo también)... tazones rebosadas de
mermeladas "caseras": ciruela, fresa, cereza... toda esta comida
acompañada de café y té muy calientes -aunque estábamos en verano... Nunca
había visto tantas comidas para una merienda que precede -lógicamente- la cena de
apenas tres horitas.
Esas tardes en el campo, tratando de ofrecer mis mejores
esfuerzos para “ayudar un poquito” a esos simpáticos campesinos, me encantaban.
Eran como si fueran los verdaderos valores de la vida, cerca de la tierra,
dentro de la belleza de la Naturaleza, y con hombres -como dice Antonio Machado-
quienes: Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan, y un día como tantos, descansan bajo la tierra...
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire