MI GATO
por Felipe M
Nota: Cuando me fijé el objetivo de escribir este
cuento, recolectando nombres de bebidas, la palabra gato y varios refranes
sobre los gatos, todavía no conocía el cuento "El Gato " de Juan
Carlos Onetti, cuya calidad es sin par.
No me gustan los
gatos.
Sentados en el bar "El gato negro", él bebiendo a sorbitos su dry-Martini,
yo saboreando mi gin tonic, platicábamos
mi amigo y yo.
Hacía un rato que estábamos disfrutando del sereno de la media noche en aquella
terraza, arreglando el mundo entre trago y trago. En un momento muy inspirado,
le dije :
-¡Que nombre raro para un bar nocturno! Se debería llamar "El gato
pardo" ¿no crees?, pues "De noche todos los gatos son pardos",
dice el refrán. Además "Gato
negro trae mala suerte".
-¿Y por qué no te
gustan los gatos? ¿No será por todos los dichos y refranes que le dan un mal papel
a este animal?
- ¡Bueno! No siempre fue así. Hace tiempo ya, tuve un gato. Llegó a mi casa
un buen día de no se supo donde, con maullidos lamentosos, oliendo y buscando
comida. Tuve la blandura de darle de comer. Ese gato tenía un pelaje tan
hermoso que no te lo puedes imaginar. Por lo flaquito que era y mi apego a los
juegos de palabras, me hubiera gustado apodarlo Delgato. Me conformé con
llamarlo Pulgado, en parte por su tamaño tan pequeño, evocando también el
pulgar o la medida inglesa pulgada, por
otra parte por pensar que podía tener pulgas. Encontró el sitio a su gusto y se acomodó. Se
hizo mi mascota.
-¿Y qué pasó para
que cambiases tan radicalmente?
- Pues nada. Las
cosas de la vida, sabes. Al inicio era muy cariñoso, muy juguetón, poco a poco
se volvió distante, incluso perezoso.
Era un poco ladrón también, y como quién no quiere la cosa, mientras tú estabas
deleitándote con un coctel, bromeando y hablando tonterías con un par de
compañeros, el salía a la terraza para robarte la salchicha en el asador.
No me extraña que acabó por colgarle la tripa. Engordó. Antes, era un animal
muy ágil, se volvió en un animal que andaba y
se movía con desaire. Y no hacía gracia verlo.
- Todos son así ¿no?
"Cada uno según su condición, el
hombre honrado y el gato ladrón". Además "Gato gordo honra su casa".
-Puede, sí. Pero
volvió difícil de aguantar. Mejor sin animal. Al anochecer, suelo arrellanarme
en el sofá, un poco aturdido por el aperitivo previo y nada más encender mi pipa,
el bicho ese rompe a maullar, sentado frente a mí, como para reprocharme mis
malas costumbres.
¡Bueno! De tanto hablar me dio sed. ¿Qué te parece si tomamos un vaso más?.
Llama al camarero.
- Creo que te
estás pasando de copas. Mejor volver a casa. ¡Vamos!
En la carretera,
al salir de una curva, un gato (pardo, por supuesto) surgió en la luz de los
faros. Para evitarlo, hice un bandazo con el coche, chocando una rueda contra
la acera y reventándola.
¿Qué vamos a hacer?
- No desesperes.
¿Tienes un gato en tu coche, no?, normalmente está encerrado en el maletero, lo
que significa que donde "hay
gato encerrado " no siempre hay algo sospechoso. Mira, es pardo.
-¿Un gato? ¡Ah , sí! ese tipo de gato, sí
que es útil. Dime amigo, ¿no crees que en nuestros hogares tenemos otra
criatura no menos amena que los gatos?
- ¡Qué sí! Pero nunca me ha ayudado a cambiar una rueda pinchada.
- Prefiero no entender a quién aludes.
Felipe M
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