El Papamoscas es un elemento más caractéristico de la catedral de Burgos. Esta es mi leyenda:
En Burgos vivía un joven a quien le gustaba mirar el cielo, la luna, las estrellas, el sol.
Parecía un poco tonto porque de tanto mirar el firmamento tenía siempre la boca un poco abierta. Por eso, la gente se había olvidado de su nombre y lo llamaba Papamoscas.
Pero Papamoscas no era tonto; mirando la luna, el sol, la luminosidad del aire y la transparencia de las nubes podía decir la hora exacta del día y de la noche.
Cuando la construcción de la catedral de Burgos fue terminada, el Obispo encargó a Papamoscas de tocar las horas con la campana.
Papamoscas hizo este trabajo con pasión y precisión.
Los años pasaron, Papamoscas envejeció y murió.
¿Quién iba a tocar las horas? El pobre Obispo no sabía qué hacer. « ¡Ah, Si Papamoscas no hubiera muerto! »
Un artesano le ofreció un mecanismo, como un carillón, pero para el Obispo no era bastante.
El artesano fabricó un autómata muy semejante a Papamoscas, con la misma casaca de color carne con cinturón, con el cuello, las bocamangas y hombreras de color verde.
El autómata abría la boca, movía el brazo derecho al compás de cada campanada y fue instalado en lo alto de la nave mayor, justo encima del reloj de la catedral.
Cuando los frailes, las monjas, los curas y los peregrinos vieron este hombrecillo, gritaron: « ¡Es un milagro! ¡Es un milagro! ¡Papamoscas no ha muerto! Ha vuelto y toca las horas como antes !! ».Este milagro permite a Papamoscas de tocar las horas desde hace muchos siglos.
Uriana
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