mercredi 1 janvier 2020

ME SENTÉ Y LLORÉ (Por Felipe M)


A orillas del río Piedra me senté y lloré.(Paulo Coelho)



Argumento del libro : Tras once años separados, una mujer se reencuentra con su amado. La última vez que se vieron eran todavía adolescentes. Hoy, la vida los ha llevado por caminos muy distintos: ella vive en Zaragoza, preparó oposiciones y ha aprendido a dominar sus sentimientos. Él ha viajado por todo el mundo, posee el don de la curación y ha encontrado en la religión un refugio para huir de sus conflictos interiores. Pero en el reencuentro, a ambos los unirá un único deseo: el de cumplir sus sueños.
A orillas del río Piedra me senté y lloré es una novela sobre el amor y la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo



A continuación, un ensayo personal inspirado por la primera frase del libro que es también su título:
A orillas del río Piedra me senté y lloré.
  
El escenario en el que transcurre la trama de este relato es digno de una postal. El entorno paisajístico
encantador no fue la única razón por la que trece monjes cistercienses eligieron el sitio para fundar en 1194 un monasterio en un antiguo castillo donado por Alfonso II de Aragón. La zona había sido considerada bastante apta para la soledad, alejada del mundo exterior, para edificar el denominado Monasterio de Piedra. No fue llamado así por el material de construcción utilizado sino por el nombre del río epónimo, el río Piedra, que corre en la cercanía de Nuévalos en la comunidad de Catalayud (Aragón).

Fue en tiempos remotos. En el monte, a cierta distancia de Nuévalos, vivía una humilde familia campesina en cuya casa la palabra fácil no se oía mucho. Nada era fácil en aquel entonces, excepto contar sus ahorros por lo escasas que eran las cosechas.  Apenas los padres podían dar de comer a sus hijos.  Durante el invierno, cada uno tenía que cumplir con sus tareas antes del ocaso, porque poco después, en el hogar, la noche era tan oscura y la luz proporcionada por el candil tan débil que ninguna actividad quedaba posible: cocinar, leer, jugar. Pero lo de cocinar  no resultaba siempre un problema ya que con frecuencia la despensa estaba vacía. En cuanto a la lectura, de la que dicen que nutre el pensamiento y alimenta la imaginación, ve su eficiencia mermada cuando la barriga está vacía. Huelga decir que faltaba el ánimo para disfrutar cualquier juego. En cambio los cuentos, las historias, las leyendas, narrados por turnos por los padres al amor de la lumbre, llenaban el final de la tarde, hasta que les ganara el sueño.

Aquella noche, el padre contaba a sus hijos el origen del nombre que lleva el rio Piedra que bordea la arboleda detrás de la granja.. Según dice la leyenda, todo lo que cae en las aguas de este río se transforma en las piedras de su lecho. Y les contó una historia conmovedora del amor complicado de una chica bellísima que amaba tiernamente  a un joven muy guapo también. Sin embargo el odio mutuo que se tenían los respectivos padres hacía muy difícil que establecieran una relación armoniosa, ni contemplaran un apacible futuro común.
 Además, él era un chico muy duro y la hacía sufrir sin ton ni son. De vez en cuando se marchaba sin aviso hasta que un día desapareció y nunca más se vio. Ella esperó, años, lustros, ¡bueno! un largo tiempo. Cada día iba a dar un paseo a lo largo del río donde tenían la costumbre de encontrarse, por si acaso. Por encima debía aguantar el aire socarrón de su padre  satisfecho por no volver a verlo. Un día mirando en las aguas del río, avistó una piedra en forma de corazón. Acudieron a su mente los chismes del pueblo tachando a su novio de hombre sin corazón o de hombre del corazón de piedra. 
Convencida de que se trataba del corazón de su querido novio, se arrojó en las aguas para reunirse con el ser amado. Ningún cuerpo fue hallado. Se corrió la voz de que se transformó en piedra también. De ahí la famosa leyenda. (Totalmente inventada por mi menda)

Hermelinda, la hija mayor, escuchaba detenidamente. Desde siempre los ríos han tenido su atractivo, su encanto. Se recordaba muy bien, de pequeña, solía recorrer las orillas del río, canturreando, silbando, recogiendo flores para ofrecérselas a su madre y alegrar la atmósfera de la granja. Claro que de ser plantas edibles, mejor pensaba la madre.
Para Hermelinda esos ramilletes daban vida  al interior del caserío y alegraban su pensamiento. Una tarde, sentada en el pasto, cerca del río, los recuerdos se amontonaban en su mente : "¿Que fue de Pedrito? ¿ donde se habrá ido?" " Seguramente ya estará casado a estas alturas?
Había conocido a ese chiquito de pequeña, hacía años.  Vivía en un pueblecito ubicado en el otro lado del río.  Solía acompañarla durante sus caminatas, charlando, cada uno desde su propia orilla, escuchando las hazañas del día del otro. Era peligroso intentar cruzar el río, por lo tanto tal cosa  estaba tajantemente  prohibida por sendos padres.
Hermelinda lamentaba que se había marchado.
- Se habrán mutado sus padres o yo no sé qué- pensaba.
Por poco estaba resentida con él. Quizás con los años se hubieran enamorado y casado. Dejó de pensar unos minutos para aclarar su mente, luego, recobrándose, dijo con  un suspiro:   Amor de niño, agua en cestillo.  Tenía razón el refrán.
Sentía su vida fluir tal como las aguas del río. Y ese estado de ánimo la puso muy triste. Claro, Pedrito no era el príncipe azul, pero ella se hubiera conformado con un simple pastor siempre que fuese hombre decente, bastante guapo eso sí, para cuidarse mutuamente hasta vivir el uno para el otro. Pensó en la tristeza de la leyenda del río Piedra, que magnificaba el hecho de morirse para el otro. "Por muy admirable que fuese, eso nunca me ocurrirá "  se dijo a sí misma.

Llegó el invierno y con ello ese frío tanto más espeso cuanto que esas comarcas parecían olvidadas por Dios. Parecía que el cielo si mismo pasaba frío y se escondía detrás de nubes de las que emanaba una poca luz realzada por el manto blanco del campo nevado. Pero Hermelinda no quería perderse su caminata diaria al borde del Piedra, que seguía fascinándola incluso en este periodo poco propicio al optimismo y a fantasear a la intemperie. El río había desaparecido bajo una capa de hielo. Sin embargo, por debajo, se podía oír borbotear la corriente, que se adivinaba poderosa.

De repente, un ruido entre las ramas. ¿Estaba acercándose alguien o un animal? Quizás su imaginación exasperada por su sentimiento de solitud estaba engañando sus sentidos? No podía decir. Luego creyó oír una voz, un leve canto.

- Seguramente es alguien. Si anda tarareando así es que no me hace caso, no me está vigilando, entonces no te asustes- se dijo a sí misma. 

- Podría ser también el viento entre el follaje. Mejor que regrese a casa antes de que alucine.

-¿Hermelinda, eres tú?  Esta vez, sin duda alguna, era una voz humana

Al otro lado del río, saliendo del soto, avanzaba un agraciado joven, elegante, bien arreglado.
- ¿Pedrito? ¿ Cómo es posible?  ¡Después de tanto tiempo ! ¿ Qué te ha ocurrido? ¿Has venido por mí?
- Espera ahí, deja que llegue a tu lado y te contaré todo lo que hice, soñando contigo,  para que lo nuestro fuera posible. Mira, hasta cruzar este río se volvió fácil, gracias a ese bendito puente de hielo. Dios está de nuestro lado. Y enseguida emprendió la travesía.
Nada más llegar a la mitad del río, la capa de hielo se rompió de golpe, un enorme hueco se tragó al pobre Pedrito del que nunca más se supo. Si se fue a reunir para siempre con las piedras de su lecho, nadie lo quiso jurar ni lo quiso negar..
A orillas del río Piedra Hermelinda se sentó y lloró. 😢


Felipe M.
¿Sabíais qué existe un río que deja todo petrificado a su paso? Pues sí, existe un río con esta característica en España.
El río Piedra nace en Rueda de la Sierra ( provincia de Guadalajara), cerca de Cillas
El agua del río tiene una alta concentración de carbonato cálcico y se deposita sobre el suelo, las plantas, los musgos, etc. Creando así una costra caliza que va creciendo progresivamente, y es este carácter petrificador lo que habría dado nombre al río.
El río Piedra es también un río del Amazonia venezolana. Ubicado en el Estado de Amazonas, es un subafluente  del Orinoco.  
REFRÁN:  "AMOR DE NIÑO, AGUA EN CESTILLO"
Significado:  A veces se dice este refrán para denotar la inconsistencia de los amores de adolescentes..

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