UN LINDO RECUERDO
por Mónica, Enero de 2020
Fue en el día de la reapertura de los cursos, con mis camaradas,
esperábamos que abrieran la cancela del colegio; parloteábamos de nuestras
vacaciones y mirábamos a los chicos que se ponían en cola del otro lado de la
alambrada que separaba chicas y chicos. Uno de ellos captó mis ojos: más alto
que todos, tostado ( por el verano, sin duda), el pelo negro y una hermosa
prestancia, era muy guapo.
Yo, también era alta, y, en un
momento, se cruzaron nuestras miradas, él me sonrió mientras uno de sus
camaradas lo interpelaba : «¡hola, Fabio! ¿nos vemos después ? »Así, este guapo
se llamaba Fabio. ¡Qué raro y magnífico nombre ! Yo no conocía a nadie que
tuviera un nombre tan original.
Me gustaba saber que iba a verlo no solo en los recreos, sino quizà
encontrándonos afuera, en la alameda.. Fue lo que paso, los dos nos reunimos en
la acera Fabio me preguntó mi nombre, y, pronto, echamos un párrafo: tantas
palabras para conocernos y saber de nuestras vidas, nuestros padres, gustos,
ocupaciones, estallamos en risas cuando nos dijimos que nuestra principal
ocupación en casa era la lectura, nadie hubiera podido pararnos cuando lanzábamos
títulos, autores, detalles de un libro « ¿te acuerdas del capítulo con los
caballos y la joven aterrada ? si...si y..n »
seguíamos hablando sin cesar y, no había reparado en que andábamos cogidos
de las manos como si fuera nuestra costumbre. Pronto, al caminar, nos habíamos
acercado a nuestras viviendas, Fabio me enseñó su chalé con un pequeño jardín
lleno de rosas, yo le indiqué el inmueble alto donde vivía en el quinto piso.
Entonces, percibí una diferencia que me hubiera molestado si Fabio no me
hubiera tomado del hombro, mirándome sin quitar sus ojos de los míos, me
propuso que el día siguiente, nos fuéramos juntos al colegio.
Después fueron las vacaciones, Fabio, en la familia de su madre en Italia,
yo explorando, una vez más los hermosos bosques del norte de Paris, y sus
diferentes riquezas de estación en estación, castañas, muguete, olores,
colores. Un día al regresar de uno de estos paseos, abrí el buzón y encontré
una postal con sello italiano (lo que hizo reír a mi mamá) : Fabio me escribía
: «Estoy en Torino y te echo de menos, Mónica, en esta muy bella ciudad, hago
como si me dieras tu mano, y nos fuéramos andando por la orilla del Po, un beso
tierno de Fabio».
Nunca más, volvimos a vernos, solíamos intercambiar cartas, contándonos nuestros,
des cubrimientos de la vida...Lo que había sido para mí una emoción increíble,
sentir tal armonía, saber que nunca podría olvidar esta felicidad, pese a que
conocí otras formas de amor, ahora sé que fue una primera vez, un aprendizaje
en mi vida
Mónica, la Tertulia
.
.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire