samedi 18 octobre 2014

Concurso de cuentos "Rómulo Gallegos"

Memoria 

A pesar del transcurrir de los años en la memoria tengo recóndito " El ENTIERRO DE LA SARDINA.".
Eso fue con los niños, en el recorrido de un viaje en coche rumbo a Andalou. Luego de cruzar la frontera, por la carretera de corniza, descubrimos la Costa Brava con todasu belleza natural en una estación primaveral de encanto. Por la mañana, además del aire tibio, el sol daba al paisaje una luz particular y el mar ofrecía un vislumbrante centelleo. Nos maravilló la visita de Barcelona donde paramos unos días, antes de continuar, a la buena de Dios, en dirección del sur.
Por entonces, era fácil encontrar para dormir unas noches sin necesidad de reservar ni pagar por antelación. En estas condiciones íbamos sin planearlo todo, según nos daba la gana, aun en busca de lo imprevisto. Solíamos parar y ver lugares poco visitados, encontrar a nativos como a forasteros u otros extranjeros : todo resultaba muy interesante...
Poco antes de alcanzar Murcia en carteles leímos :" Sábado de fiestas." Se nos ofrecía un aliciente estupendo y decidimos compartir con los murcianos las festividades locales. Encontramos una pensión , dejé a los niños en la recepción con las maletas. Muy contenta y despreocupada fui a aparcar el coche. Ni siquiera imaginé enfrentarme con una dificultad de importancia. En efecto, estaban colocando barreras para facilitar los preparativos y regular el tráfico.
      En un santiamén, me sentí prisionera y sin vacilar abandoné el auto. Surgió un policía que sólo me dio permiso de estacionar una hora, no más. Intenté pensar por donde llegué pero, desconocida del barrio como del entorno, varias veces me equivoqué andando. Me latía el corazón, a punto de romperse. No pude contener el pánico que me entró : casi me dejó paralizada, me sentí igual a una estatua. En un banco me senté a reponerme e intentar serenarme. Al cabo de largos minutos, al verme tan desconcertada un señor propuso su ayuda. Le expliqué el caso y con mucha amabilidad me acompaño. Le agradecí su cortesía, aliviada ya al reunirme con los hijos. Sin embargo, en el acto, el nudo que tenía en la garganta no me dejó soltarles una palabra. De mi tormento, nada comprendieron ya que, entre tanto, ellos, haciéndose de mirones y curioseándolo todo se lo pasaron en grande al observar la gente engalanada, alegre y lista para el festejo.
     Al recepcionista le comenté el episodio: aceptó que nos marcharsemos, sin pedir nada por la reservación.
     El ambiente festivo fue creciendo, pero nosotros, entre el bullicio de la muchedumbre, a todo correr conseguimos alcanzar el coche lamentando la obligación de la salida... Concilié un sueño benéfico en la cama de un hostal de un pueblecito andaluz: Lorca. Así nos quedamos sin disfrutar de " EL ENTIERRO DE LA SARDINA" el cual , lo supimos más tarde, se celebra el sábado después de las PROCESIONES de SEMANA SANTA, en un desfile que es mezcla de Carnaval y Mitología.
     Desde carrozas reparten juguetes antes de prender fuego a la gigantesca figura de una Sardina: el incendio simboliza el final del Cuaresma. A continuación, fuegos artificiales terminan las fiestas de la Pascua de Resurrección.                       
            ▬ Un día, a los niños, ya mayores, se les ocurrio preguntarme con falsa ingenuidad y tono burlón ¿Te acuerdas de lo que no vimos en MURCIA?
Al instante vi, como si mirase una película, imágenes que permanecen fijadas para siempre.                                                                                                                                                                                                                                                                                   A.A.

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