Historia de mi autoría inspirada por la leyenda de los amantes de Teruel
En el año 1217, en la ciudad de Teruel vivía una noble doncella llamada
Isabel, joven educada y de gran belleza. Sus tres hermanos, prósperos
mercaderes, tenían a su servicio a un muchacho muy hermoso llamado Diego.
Isabel comenzó a fijarse en él, Diego lo notó, se enamoraron e iniciaron una
relación secreta.
Una noche cuando Isabel se disponía a visitar a su amante el hermano mayor
la descubrió, comprendió sus intenciones
y las comunicó a sus dos hermanos. Decidieron evitar la infamia y el escándalo.
Al día siguiente fingieron invitar a Diego a ir con ellos fuera de la
ciudad y cuando llegaron a un lugar solitario lo mataron y lo enterraron.
Los días pasaron y las noches también.
Isabel, preocupada por la ausencia De Diego siempre preguntaba por él a sus
hermanos, pasaba las noches llorando y llamando a su amante.
Una noche le apareció en sueño, le reveló las circunstancias de su
asesinato y dónde estaba sepultado.
Por la mañana, en compañía de su nodriza, Isabel fue al lugar indicado por
Diego, cavó donde la tierra parecía más blanda y vio el cuerpo del joven tan querido.
Isabel gritó, lloró, sucumbió a la desesperación y se mató.
La nodriza, desesperada también, habló de la implacable crueldad de los
hermanos y los acusó del asesinato de Diego.
El señor de Teruel condenó a los hermanos a que enterrasen a los dos amantes juntos y que saliesen de la ciudad para
siempre.
Los hermanos se arrepintieron y pidieron a Juan Avalos, gran escultor, dos sarcófagos
decorados con las estatuas en mármol de Isabel y Diego, los amantes de Teruel,
que podemos visitar en el mausoleo hoy también.
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