Bien está lo que bien acaba. Anécdota entre Toliara y
Tôlagnaro(Madagascar)
Toliara(Tuléar) y Tôlagnaro(Fort Dauphin) son dos ciudades del sur de Madagascar que distan de unos 600 kms
A lo largo de la carretera, casi totalmente de piedra y
tierra, no había bomba abastecida. En cada pueblo encontrado, solíamos
detenernos y preguntar si hubiera alguien que tuviera gasolina para vender.
Solíamos dirigirnos a los tenderos indios, a los curas en las misiones
católicas, a los pastores en las misiones protestantes.
Al llegar a Ampanihy, ciudad de renombre de las alfombras
Mohair (de lana de cabra angora), a mitad de camino, ya no teníamos gasolina
suficiente para continuar el viaje.
Durante toda la tarde pedimos gasolina por doquier, desafortunadamente,
no conseguimos nada, nadie quería deshacerse de su reserva.
Sin embargo, habíamos notado un camión de la
administración abasteciendo los tanques
de la policía. Con mucha cautela le
preguntamos al chofer si hubiera forma de conseguir un poco de su gasolina,
dado que habíamos agotado todo el combustible y que ya no sabíamos que hacer.
Con cortesía nos contestó que le hubiera
complacido muchos ayudarnos, pero que era algo rotundamente prohibido y que él acataba la ley.
-Perdone, pero “El que no llora no mama” le dije. Mejor nos pareció no
insistir.
Nos aparcamos en un lugar como para pasar la noche en el coche. Pronto nos
quedamos dormidos por estar muy cansados por haber recorrido 250 kms de pista a
veces pedregosa, a veces arenosa.
De repente, a eso de las dos de la madrugada, me desperté
asustado: alguien golpeaba la ventanilla del coche. Era el chofer del camión de
abastecimiento que me pedía de seguirlo
fuera del pueblo con el coche. Vacilé un instante, por miedo a que fuera una
trampa, luego comprendí que quería venderme gasolina con mucho sigilo. Y la guinda del pastel fue que no pagamos
casi nada por el carburante. Y todos contentos.
No hay mal que por bien no venga y
bien está lo que bien acaba.
Por Felipe M
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