GUERNICA
Guernica estaba en paz.
Girando, Victoria paseaba por los pasillos, inhalando con alegría los olores de
los puestos y riéndose de los juegos de palabras inventados por los vendedores.
Estaba más contenta que un niño
con zapatos nuevos porque pensaba también en otro viento, ese viento de
rebelión y de reconocimiento que estaba creciendo: el derecho al voto, al divorcio,
al derecho al aborto. ¡Qué victorias! Este sentimiento de libertad la hizo
fuerte y feliz.
Entonces el cielo se oscureció, se volvió negros como una boca de lobo. Como un yunque cayendo sobre la fragua, comenzaron los bombardeos. Victoria se refugió en una pequeña tienda y su corazón se detuvo, llevado en una espiral de confusión.
Dos horas y media, dos horas y
media de horror, dos horas y media de gritos, de ruido, dos horas y media
paralizada, dos horas y media de desgarro, dos horas y media donde el tiempo
detenido en el centro de la espiral era una eternidad.
Y como un boomerang, se fueron
los pájaros grises, se fue la espiral, iluminando el espacio brillante y la
incomprensión, el enigma se hizo revelación.
Guernica volverá a levantarse,
Victoria volverá a vivir.
Natalia y Ana-Maria D.
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