Me gusta mucho esta exposición porque es una experiencia física
y sensorial para el visitante.
Puede entrar y pasear en algunas obras o alrededor de las otras.
Hay la transparencia del agua y del acuario, el ruido de los
pozos, la ligereza de los tejidos con las sombras de las letras en las paredes,
el ahogo del laberinto vegetal con los espejos deformantes, la extrañeza
inquietante de la vegetación y a la vez la poesía de las fotografías.
El visitante está empujado en sus referencias: quizás no hay ningún remanso de paz en un mundo cada vez más enigmático.
La visita de las obras de los otros artistas españoles fue
interesante en particular el descubrimiento Carlos Cruz Diez (venezolano). Su trabajo de los
colores es caluroso y asombroso.
Cristina
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