dimanche 5 juin 2016

Un día en el museo

Llueve a cántaros, los tranvías no circulan, no importa: voy a pasar el día en el museo, con La Tertulia…

Después de un almuerzo de charlas y de risas, (y de comida, por supuesto), Ligia y Armonía, llevan las riendas de la visita. Empezamos por la exposición de Cristina Iglesias que recorrimos como un lugar exótico, entre sus claustras de fibras de metal o de sisal trenzadas donde nuestras guías nos invitan a buscar las letras o palabras sacadas de algún texto antiguo que la artista disimuló en su obra. Mientras que nuestras miradas se abren a estas ligeras arquitecturas de luz y de líneas que proyectan sus sombras en suelos y techos,  nos transmiten las informaciones que completan y profundizan nuestras impresiones.
Luego, pasamos a una sala ocupada por una fuente cuadrada tapizada de formas sinuosas, raíces o serpientes, ondulando, inmóviles; el agua les cubre y descubre en un espectáculo fascinante y vagamente inquietante. Más allá, otro pozo muestra rocas lisas apiladas, color de acero, que el agua inunda y abandona con un suave ruido sosegado.
En las paredes están grandes serigrafías sobre seda o metal, fotos ampliadas de creaciones de la artista que ofrecen otras visiones de sus obras.
Más lejos, entramos en un laberinto vegetal, de un verde oscuro, que me hace pensar en los cuentos de hadas, en que el hechizo linda el miedo.
Tanto en mis reflexiones como en los comentarios de nuestros cicerones, se va confirmando el tema predilecto de Cristina Iglesias ; la necesidad de abrir a la naturaleza los espacios de la vida, permitirle que sea protegida, explicada, profundizada, enseñada, como atestiguan las obras monumentales que ha sembrado por todas partes del mundo.

Ahora sé que voy a volver, habiendo almacenado más razones de interesarme en esta creadora, y de admirarla.

No se acaba aquí el programa, desde hace dos semanas, los alumnos del grupo tenían que preparar una corta presentación de una de las obras españolas o latino-americanas del museo. Primero, La Pentecostés del Greco prestada por El Prado, después, pinturas religiosas del siglo XVII: De Rivera, Valdés Leal, Zurbarán y, finalmente, cuadros y esculturas de Picasso, Miró, J. Gris, J. González,J. Muñoz, E. Chillida, así que del Venezolano C. Cruz Díez. Como soy curiosa, me interesa comprender los cuadros, incluso cuando no me atraen (sobre todo si son mis compañeros que prepararon las presentaciones).

Ahora, sí, que es hora de irnos de este lugar, hermoso, apasionante y adictivo.

Gracias a todos por haber compartido con vosotros este día memorable y un abrazo especial por nuestras guías, hasta pronto.

                                                                                 Mónica, La Tertulía

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