vendredi 18 janvier 2019

Luvina

Todos los textos de Juan Rulfo me gustaron y siguen encantándome, por los temas y sobre todo por la perfección del estilo.

Volví a leer «el llano en llamas, y el cuento que más me emocionó es Luvina.

¡Cuán musical esta palabra! En un primer tiempo evoca a una mujer joven y hermosa pero es de un lugar que se trata.

A lo largo del texto, un hombre bebiendo en una tienda habla de aquel lugar a un viajero que bebe al lado suyo.

Trata de describir este sitio en que vivió con su familia. El monólogo del hombre, para mí, está hecho de los recuerdos de Juan Rulfo que nos hace vivir en el área con sus imágenes, auditivas, a menudo, como ruidos de animales que muerden, rascan, raspan; el viento no es viento, es animal agresivo, ruidoso, o plantas hechas garras. Sin darme cuenta entro en el fantasma pasado que se mezcla a la realidad presente, hay realidad; los niños jugando afuera, los comejenes atraídos por la luz...

Del pasado, quedan recuerdos que el autor traduce por palabras negativas: sin (un árbol), nunca (verá un cielo azul), no, nada más, tan poco...

 Los adjetivos son raros pero expresivos del desconsuelo del sitio, “donde anida la tristeza” la piedra gris, los días fríos, la tierra empinada, el viento pardo, el aire negro...
Fotografía de J. Rulfo
Los únicos habitantes de Luvina que el hombre había encontrado en su llegada y de que habla eran ancianas que describe como murciélagos con sus velos negros, y viejos sentados en las calles.
Él y su familia se habían ido de Luvina, y el hombre, antes de que se marchasen, había tratado de convencer a los viejos de irse también; en la tienda, el hombre quisiera disuadir al viajero que fuera a Luvina, pero este (que no había contestado a las palabras del hombre, se recostó sobre la mesa y se quedó dormido.
                                                                                    Mónica (La Tertulia)



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