jeudi 1 octobre 2015

Nuestra aventura por Costa Rica

El primer día  fuimos de San José a Tortuguero un pueblito  alejado de todo,  a orillas del mar Caribe.  Se va con un bus y después un bote a través de canales en la Selva tropical. Observamos enormes helechos y flores exóticas que caen en pesadas grapas relucientes de lluvia. Observamos en la orilla del canal un enorme equipaje Vuitton con patas, disfrutando del sol, sus fauces al aire.




Vimos unos monos, pero el barco se desliza demasiado  rápidamente sobre el agua color chocolate para  inmortalizarlos.


El pueblo de Tortuguero es muy caribeño con casitas decoradas de  bonitos colores. Algunos jóvenes bailan  con gusto en el patio de una escuela.
Ahí la gente está muy sensibilizada con el medio ambiente. Hace 40 años, cazaban las tortugas, hoy las protejan en el Parque Nacional y viven del ecoturismo.
Tuvimos la suerte de asistir en la playa a los primeros pasos de las tortuguitas hacia el mar a la puesta del sol. Tan frágiles pero vigorosas corren con sus patitas hacia el agua, solamente un cinco por ciento tendrá la suerte de llegar a la edad adulta porque los prendadores las acechan en la tierra y el agua. Pero las tortuguitas hacen todo lo posible y un poco más, sorteando las piedrecitas, respirando un rato, a correr.



 A Tortugueros hicimos también unos paseos por la selva, las botas hundiéndose en los charcos. Contemplamos unos monos, un perezoso que se comía las hojas a su alcance, aulladores que protegían a sus familias con ruidos leoninos, arañas que saltaban de rama en rama ayudándose con la cola. 

 

Vimos también iguanas unas verdes con mimetismo, un ara que comía una fruta verde muy dura y se fue volando pero que fue posible fotografiar.





Nuestro guía nos llevo por la noche para ver las ranas típicas de Costa Rica: la bluejean con sus patas azules, un poquito tóxica y la verde con patas y ojos naranja símbolo del país escondido detrás de las hojas.


 













  







Después de Tortuguero fuimos con un coche de alquiler al sureste  de la costa caribeña a Limón y Puerto Viejo de Talamanca. Cristóbal Colón llegó ahí en 1502 y se ve su estatua en un pequeño parque. La ciudad no merece un gran interés, pero la carretera atraviesa  enormes plantaciones de plátanos, y miramos por todas partes los enormes contenedores frigoríficos que van a cargar las frutas, muchos hacia Hamburgo. Puerto Viejo es un pueblo bonito con playas de arena blanca con cocoteros.
Desde ahí conducimos hacia La Fortuna un  pueblo en la selva de la falda del Volcán Arenal. Hicimos un paseo por diversas alturas en la capone,  franqueando puentes colgados, pero con la lluvia, y no pudimos ver muchos aves.
                                                                                                                                          Dan y Bruno

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