Lectura del escritor de "Riña de Gatos" en el programa (1:40)
...Reconfortado por la compañía de Velázquez y la de la ciudad que lo acogió y
lo encumbró a la cima de la fama, y a pesar del frío y el viento, Anthony
Whitelands camina por el Paseo del Prado hasta la Cibeles y luego sigue por el
Paseo de Recoletos hasta el Paseo de la Castellana. Allí busca el número que le
han indicado y se encuentra frente a un muro alto y una verja de hierro. A
través de los barrotes ve al fondo de un jardín un palacete de dos plantas, con
entrada porticada y ventanas altas. Esta grandeza sin ostentación le recuerda
el carácter de su cometido y la euforia cede protagonismo al desaliento anterior.
De todos modos, ya es tarde para hacerse atrás. Abre la cancela, atraviesa el
jardín hasta la puerta de entrada y llama.
Otro fragmento leído (7:50)
...Hoy: que si Mussolini, que si Lenin, que si la madre que los parió a todos,
dicho sea con perdón de las ideas de usted. Por ahora, como ha visto, las cosas
no pasan del toma y daca. A bravucones no nos gana nadie, pero a los españoles
nos cuesta llegar a las manos. Ahora, el día que empecemos, esto no lo para ni
Dios.
Los españoles tienen un oído fino para las conversaciones que no les
conciernen y ningún reparo en interrumpirlas para exponer su opinión, que cada
cual da no sólo por buena, sino por definitiva. De modo que a los pocos minutos
se había formado un sonoro y sentencioso debate en el que varios parroquianos
se disputaban la atención del forastero para ofrecerle su irrefutable
diagnóstico sobre los males de España y su sencilla solución. Los ponentes eran
en su mayoría obreros, pero no faltaban oficinistas, artesanos, comerciantes y
currinches, unidos por una común devoción a los toros que derribaba todas las
barreras sociales. Los que habían entrado en el local hacía un rato eran
falangistas. Seguramente buscaban pelea, pero el aspecto pacífico de la
concurrencia y el carácter apolítico del local les habían desanimado. Los
falangistas, le contaron, eran pocos, en su mayoría jóvenes y, por
consiguiente, impetuosos e irreflexivos; como su partido había salido mal
parado en las últimas elecciones, ahora se dedicaban a la agitación...
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire